Escalar las montañas de la Humanidad

Por Luis C. García Correa

Escalar conlleva esfuerzo, valentía y metas a alcanzar, en especial para tener valores.

Para escalar las montañas sociales de la humanidad hay muchas maneras, al igual que para escalar o subir las montañas físicas, en las montañas y cordilleras naturales.

Creo que el escalador de montañas tiene como meta alcanzar algún reto que le impulsa con intensidad. Desde luego alcanzar la cima, el pico, y ver grandes paisajes nunca vistos es un gran estímulo. La tierra a los pies y arriba solo el cielo. No es vanidad, es belleza y plenitud.

Escalar las montañas sociales de la humanidad es, a mi entender, aspirar a conquistar una meta en la que la humanidad sea beneficiada, y esa conquista sirva para ayudar.

Lo contrario sería vanidad, deseos de aparentar y egoísmo.

La conquista del bien de la humanidad es el mayor logro al que puede aspirar quien, con su amor a los demás, intentar escalar para ayudar a todos.

"¡Benditas y benditos sean quienes sus ansias, deseos e ilusiones son ayudar!"

Ayudar es una bendición de dos direcciones: el ayudado y el ayudador.

La humanidad -que somos todos, buenos y malos- es el conjunto de los seres humanos -especie a la que pertenecemos dentro del reino animal- con la diferencia de que somos animales racionales.

El raciocinio nos diferencia del resto del reino animal. Tenemos libertad y somos libres.

Con tristeza digo, que hay seres humanos racionales, que se comportan como irracionales. 

El mal existe, como existe el bien. Tenemos la inteligencia y la libertad para saber diferenciar el bien del mal, así como para elegir el bien o el mal.

Esa es la gran diferencia de la libertad. Hacer o no hacer. Hacer esto o lo otro.

Se puede tratar de escalar por las buenas o por las malas, tenemos libertad para hacerlo. Se puede ni siquiera intentar escalar.

Al igual seremos juzgados, no solo por el comportamiento, sino por la voluntad y la intención con la que hicimos lo que nos propusimos hacer.

La humildad, la honestidad, la lealtad y el amor a los demás son cimientos en los que debemos fundamentar las metas y las cumbres que queremos escalar.

La falta de humildad nos hace egoístas, don sabelotodo, y nos pone en el camino de la maldad.



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