¿Qué metro mide la conciencia?
Por: Antonio Domínguez |
La conciencia está dotada de la más grande y fina de las
intuiciones; nos referimos al percatamiento ordinario (caer en la cuenta) que
es del que comprendemos su dinámica,- que podemos ver-, y no a huellas mnémicas
desconocidas, que prevalecen ocultas y afloran autónomas sin avisar a nadie.
Como “sin razón” se producen, no hay explicación de porqué son tan oportunas,
eficientes y eficaces. De ellas cuando actúan solo se es consciente a
posteriori. No perder esto de vista, es lo que más utilidad tiene para no dejar
entrar a subconciencia los miles de billones de estímulos que no interesan a
conciencia determinada; que en futuro pueden aflorar mas contradictoriamente
haciéndonos daño; por llegar evolucionada, muy deformada, la propia invalidez
estúpida que tuvieron al instalarse. Como es lo lógico, o mágico, eso solo
puede ser predeterminado por un hombre en la unicidad de su hombría. Por eso
cuando hablamos de una conciencia cualquiera, podemos decir con propiedad que
la misma ha sido predeterminada, o se ha ido determinando en los pasos hacia la
existencia intelectual personal; que no es ello mas ninguna otra cosa que el
propio proceso evolutivo. Lo mismo que dijo Descartes pero sin florituras.
El dueño de una conciencia cualquiera camina
premeditadamente a estar encantado con ella, a la cual, modela a su semejanza.
Como todos, nos asemejamos (es de evidencia meridiana) solo a lo que creemos
comprender.
No todo puede ser concienciado aun por óptima
disponibilidad a la extroversión o introversión; no importando incluso la
agudeza de los estímulos. Aun estando un individuo en momento de extraordinaria
asimilación; en hora de altísima perceptibilidad; no hay tiempo para procesar
“todos los relámpagos” porque la conciencia no da abasto. Es por lo que los
almacenamientos a subconciencia cada uno es un flash. Me refiero a los
estímulos que a veces, sean equivocados, como así mismo inequívocos; de una
forma o de otra, siguen a toda velocidad para el subconsciente porque el
consciente no les ha podido detener. ¿Para qué sirven estímulos demasiado
fugaces o como sean, si no hay tiempo para aprehenderlos? Porque no hay tiempo
para diferenciarlos. ¡Es mucho más!: “para verlos”. Es imposible cuando se
entra a una fábrica, sintetizar los diversos ruidos, imágenes, olores, colores
y climas. Es perfectamente posible hacer descarrilar a la conciencia, pero no a
la subconciencia; adonde todo va a parar generalmente, que luego, gran parte,
la desviará y vaciará en lo inerte (es su estercolero) los desechos, y mantiene
lo que le es afín a su jefa la
conciencia, merced a un poder ¿no conocido? de su supuestamente potente y
rara memoria particular. Lo que la
conciencia, primer filtro no puede parar e impedirle la entrada, lo repele la
subconciencia; filtro definitivo, a ese estercolero que tiene de su propiedad,
donde lo inocula en lo inerte. No quepa duda que toda vivencia y dato a
conciencia, (que ya ocupa la conciencia) a pesar de que, la persona, cabeza, que ocupen les compruebe
indeseables ya no hay vuelta atrás, porque la subconciencia ha quedado enterada
y empieza el proceso de separación y aparte entre lo que mandará a lo inerte y
lo que conservará en propiedad; pero lo que va a parar a lo inerte que ya ha
pasado por conciencia y subconciencia tiene consecuencias en la personalidad:
ya ha manchado y contaminado todo a su paso. Desde la elaboración (intelección)
del conocimiento con todo su poder de perceptibilidad, el paso a la conciencia
y la deriva irremediable a subconciencia y desde esta (lo que no sirve a ese
cerebro de-ter-mi-na-do) al mismo estercolero, que toma carácter de
sima-cementerio radiactivo; prevalece peligrosamente todo este mundo
aparentemente inverosímil que en forma muy individual y particular es el reino
de cada persona por sí mismo. La suciedad-tizne-basura intelectual, esta
siempre en la subconciencia; (es producto de apartes torpones de la
subconciencia, difícilmente concienciables: el mal obrar es pura ignorancia:
inconciencia o, cortísimo entendimiento, equivalente también a inconciencia;
como todo lo que no llega o no es) culpable de esto son todos los filtros ya
dichos. Cuando no hay un pensamiento del conocimiento fuerte y una razón libre
lo más posible de estereotipos, la conciencia queda manos al aire, vendida. No
hay estímulo que no se cuele por ahí para adentro con esa facilidad que dicen
que tenía San Juan para entrar en su casa.
Comentarios
Señor anónimo/a, su renglón dice lo que dice sin dejar resquicio a interpretaciones; como por ejemplo: me pueda usted estar mandando a mi zapato y zapatería o “anunciando” que no tenga yo formación para esos eleves. Admita la suspicacia del que ha subsistido en el universo franquista; dentro de la burbuja, a los pies de un sillón de barbero (“bofetón tras bofetón”). Con estas retahílas le digo que lo que pretendo es animar a pensar y animo dando ejemplo que, aun sin clarividencia y a trompicones se puede. Es muchísimo mejor que cada cual haga a su modo, que seguir directrices que no son de nuestro pueblo, que no se han producido aquí, que no interesan aquí, que nos empobrecen aquí bajo los diferentes aspectos de las diferentes apartados del vivir etc., etc.
Ya de salida señor anónimo/a, si su renglón quiere decir lo que dice y es que considera mi pensamiento “del salón el difícil ángulo oscuro” me rindo al placer de estarle profundamente agradecido; por lo que le saludo con atenciones especiales.
Antonio Domínguez.
J.J. Mujica Villegas