“APROVECHARSE DEL PODER, APROVECHARSE DE LA AUTORIDAD, APROVECHARSE DEL CARGO”
Por Luis C. García Correa |
Todo lo que sea aprovecharse de las circunstancias en beneficio particular, o familiar, en aspectos materiales, económicos o de influencia social... es un mal que puede tener graves repercusiones dependiendo del poder, de la autoridad y del cargo que se ostente.
La falta de valores morales, éticos o religiosos es el caldo de cultivo en donde se desarrolla y crece la corrupción de la malversación, de la apropiación indebida, del tráfico de influencias o de las recomendaciones o favores inapropiados, o de tantas otras formas de aprovecharse indebidamente del ejercicio del cargo.
Aprovechar tiene dos acepciones: una buena y otra mala.
La buena es aprovechar para hacer o recibir un bien.
La mala es aprovechar para hacer y repartir un mal.
Aprovecharse la considero como mala. Y no digamos si es aprovecharse para un beneficio particular o para dañar a personas.
Hay quien se aprovecha del poder que tiene para imponer un mal con detrimento del receptor, o receptores, de ese mal.
Los cargos, la autoridad y el poder son tres posiciones en las que los actuantes tienen tanto la posibilidad de repartir el bien como la de repartir el mal.
El aprovecharse, en un país con democracia, debería ser imposible, por la transparencia y el control que se presume funciona bien. Pero con frecuencia esos controles democráticos, de una auténtica democracia real, fallan. La democracia no llega a ser real, y se queda en virtual.
"¡Si es posible aprovecharse es porque la democracia es virtual pero no real!"
En los países que hay personas que se aprovechan de su poder, de su autoridad, de su cargo, la vida es una constante debilidad, de sumisión, de falta de libertad. Lo que conlleva estar sometido al mal difundido por esas personas que tienen ese poder, esa autoridad, ese cargo.
Hablar de democracia, invocar la democracia, alabar la democracia es un signo de libertad.
¿Pero qué es realmente la democracia? El régimen político en el que la autoridad, el poder y el cargo lo tiene el pueblo. Y el pueblo lo delega en las autoridades, y en los cargos, y lo controla.
Es asombroso comprobar cómo en países que se denominan democráticos, hay abusos y aprovechamiento del poder, de la autoridad y de los cargos.
Lo más triste es que en esos pueblos, llamados democráticos, no existe, realmente, la democracia. Existe una partidocracia o algo parecido.
Aprovecharse de la posición para imponer su voluntad, o para sacarle partido partidista, es un mal que hay que tratar de erradicar.
Todo lo que sea faltar a la libertad de las personas, es una forma de aprovecharse.
Para no ser un traidor a la patria hay que tratar de desenmascarar a los traidores que se aprovechan de su poder, de su autoridad, del puesto que tienen para imponer y aprovecharse.
Benditos y alabados sean los patriotas que desenmascaran a los aprovechados del momento, porque el bien que hacen debe ser reconocido y alabado por generaciones.
Todo lo que sea aprovecharse, con fines bastardos, es un enemigo de la familia, de los amigos, de la comunidad, de la Nación, pudiendo llegar a ser un enemigo universal.
Anatema a quien se aprovecha para dañar. La condena debería ser el rechazo familiar, social y nacional, y quedar marcada o marcado si no pide perdón y se arrepiente, y repara el mal causado.
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