El Indefinido
Por Antonio Domínguez |
La conciencia está dotada de la más fina de las intuiciones; nos referimos a la conciencia simple. Por esa finura, no deja entrar a subconciencia los miles de billones de datos-estímulos que no interesan a una conciencia determinada. Ya predeterminada. Al ser tantos los estímulos no hay tiempo para procesarlos; el pensamiento y el conocimiento que se han ido estableciendo desde el nacimiento del ser, no da abasto. Es por lo que los almacenamientos a subconciencia son cada uno un flash; me refiero a que son equivocados como así mismo inequívocos; los que no hay tiempo para aprehenderlos. Es mucho mas: para verlos. Es imposible cuando se entra en una fábrica sintetizar los diversos ruidos, imágenes, olores y climas.
Es perfectamente posible hacer
descarrilar a la conciencia pero no a la subconciencia que es a donde va a
parar todo generalmente y que desvía y vacía en lo inerte (en su estercolero)
los desechos. Mantiene lo que le es afín a su propia idiosincrasia merced a un
poder ¿no conocido? De su supuestamente potente y rara memoria particular. Lo
que la conciencia no puede parar, primer filtro, no puede parar e impedirle la
entrada, lo repele a la subconsciencia, filtro definitivo, a ese estercolero
que tiene de su propiedad; donde lo inocula en lo inerte, o lo guarda si
quiere, para que aparecer un día de sopetón a asombrar a su propia dueña: la
persona; cuando en vigilia ve aparecer fantasmas, que, en su día condenó al
silencio.
No quepa duda que toda vivencia y
dato a conciencia (que ya ocupa la conciencia) a pesar de que, la
persona-cabeza que ocupen les compruebe indeseables, ya no hay vuelta atrás
porque la subconciencia ha quedado enterada y empieza el proceso de separación
y aparte entre lo que mandará a lo inerte y lo que conservará en propiedad;
pero, lo que va a parar a lo inerte ya ha pasado por conciencia y subconciencia
y tiene consecuencias en la personalidad; ya ha manchado y contaminado todo a
su paso.
Desde la elaboración (intelectualización)
del conocimiento con todo su poder de perceptibilidad, el paso a conciencia y
la deriva irremediable a subconciencia y desde esta (lo que no sirve a ese
cerebro de-ter-mi-na-do) al mismo estercolero que toma carácter de
sima-cementerio radiactivo. Prevalece peligrosamente todo este mundo
aparentemente inverosímil que en forma muy individual y particular es el reino
de cada persona por sí mismo. La suciedad intelectual está siempre en la
subconciencia; culpables de esto lo son todos los filtros ya dichos.
Ello acurre porque la sociedad es
una asociación de socios asociados y no se sabe nunca de la sociabilidad de las
distintas asociaciones. Ni lo que quieren, persiguen, les gusta y apetecen. O
sea viene a decir lo mismo, que, de todo hay en la viña portuguesa; como así
mismo en la de denominación la mancha, o la rioja. Quiere que lo diga claro,
bien: “de todo hay en la viña del señor”.
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