Perico
A ti que te conocemos con el pollino nombre de Perico y el pueblo en peso te lo aplica, porque ve que de cualquier forma que se te dirija sientes felicidad, porque lo llevas en el alma y lo amas con todo tu corazón. A ti que siempre a todo Tamaraceite -en el que cada familia te considera un miembro más de ella; por lo que eres la persona con la familia más grande del mundo- has tenido vigilante, a ver si es verdad la inteligencia de amplio espectro que se te atribuye en cosas de pá fuera. Lo que es aquí no he visto a nadie que no se crea el mejor jugando al futbolín aun empuñando sus barras con dificultad; solo te tienen perdido el respeto en este arte ¡que tan bien dominas!
Siempre fuiste tu mismo, los que te han rodeado no han podido ayudarte. Todos los que asistieron a tu misma escuela, no creo disparate decir que no tienen tu escuela. Así es que has tenido que habértelas solo ante la vida, ¡solos estamos los hombres en medio de la vorágine! Pero tu has tenido que enfrentarte con la noche de la soledad y el aislamiento interior; del ideal bien ideado; que cuando lo explicas provoca rechazo, y no te dicen, ¡oh Perico! que estás loco o equivocado; por si acaso fuera verdad el gran talento que otros te atribuyen y no se nota por fuera de la ropa y algún día podría el aludido ese, que ve poco, y lo sabe, beneficiarse de lo que él con su muy simple vista no ve. Astuto, no hace sino lo que hacemos todos: extraerle los beneficios que podamos a la prudencia.
No eres un equivocado Perico. Como todos, estás saliendo de dificultades menores para entrar en dificultades mucho mayores; esa es la madurez y la experiencia que en tu caso y andando con Darío: “plural ha sido la celeste historia de tu corazón” y no importa que te quiten lo bailado porque tú no has venido a bailar (no se justificaría para qué el Señor te dio los pies planos) has venido a estar despierto cuando de dormir te levantas y a emplear los cinco sentidos congratulados sosegadamente.
Si porqués me preguntas, “este exceso” ha sido por comentar un par de flecos de tu parecer que expusiste en “LOS DEMÁS” a pluma ligera, pero profunda que tiene la condescendencia de la persona buena. Hay un par de puntos donde deberías hacer de tripas corazón y ser duro. Cuando se escribe sin compromiso en el todo incluido, todo el mundo es bueno y no se despierta una enseñanza o una pasión, pasa la intelección como cuchillo mantequilla para llegar al vacío límbico del santaceciliano éxtasis que persigue, pero nada enseña. Cuando como tú, se escribe con compromiso, vertiendo enseñanzas filosóficas, no queda más remedio que ¡sí! emplear el hacha, con cuidado que no rompa; pero que pula la barca. Schopenhauer y Nietzsche (el más grande educador) eso hicieron y hoy continúan siendo mirados como perros sarnosos; porque hay una insalla de “talentos desparramados” encargados de que no saquen cabeza a echarles a perder sus montajes. ¡Perico! Sigue escribiendo como escribes que así consolidas a tu pueblo como tu hermano. Si te desvías solo un poquito para enseñar y aprender de tu hermano, (el pueblo) es cosa tuya. No te descuides de lo que les ha pasado a los sabios y grandes hombres. No olvides que para escribir quitándose aunque sea la chaqueta (no hablemos ya de desnudarse) se ha de pagar caro peaje; o lo que se escribe no sirve absolutamente para nada.
Tu hermano; mi hermano; hermanos de todos los hermanos de nuestro muy querido, idolatrado Tamaraceite.
Antonio Domínguez Herrera.
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J.C.L