El poder del coche

Por Luis C. García Correa
TERCER TEMA DE LA TRILOGÍA PARA NO CONTAMINAR Y SEGUIRÁ COLOFÓN.
Los poderes perversos han convencido a una parte muy importante de la humanidad que la posesión de un coche es la felicidad. Y el no tenerlo es ser un desafortunado.
Hay quien con verdaderos sacrificios mantiene el coche, para sentirse feliz.
No podremos seguir viviendo en nuestro Planeta Tierra, de forma natural, si no dejamos ya de contaminar.
Trato, por todos los medios a mi alcance, convencer de que tener el coche no es una felicidad. Puede ser necesario, como herramienta de trabajo, como medio de ganarse la vida transportando cosas, todos necesitamos el transporte. Pero me refiero más bien al exceso del uso del coche cuando hay medios públicos de transporte o no hay una auténtica necesidad.
El uso excesivo de un coche, aparte de contaminar, es un gasto innecesario y dañino para el propietario y el resto de la humanidad.
¿Cómo puedo convencer?
¿Cuántos disgusto, discusiones y hasta riñas en el tráfico se dan por ser conductor?
Trato sin ambages de convencer que la felicidad no está en la posesión de cosas, como el coche.
La felicidad o estado ideal del ser humano, se tiene de dentro hacia fuera, no de fuera hacia dentro.
Lo mismo que el coche hay otras cosas innecesarias que no hacen la felicidad. Son origen de gastos, que en algún caso son gastos superiores a las posibilidades, y que en vez de hacer feliz, le hacen un infeliz.
Lo mismo que el coche hay otras cosas innecesaria, origen de gastos y de disgustos, cuando esos medios económicos pueden y deben ser usados en asuntos de los que sí se deriva la felicidad.

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