¡Morir de y con aburrimiento!

Por Luis C. García Correa
La vida y la muerte son el comienzo y el fin de la vida.
Nacer, crecer y desarrollarnos es la gran aportación que hacemos los padres.
El crecimiento inicial se lo debemos a la ayuda de los padres, pero  seguir creciendo como adultos depende de los valores infundidos y  aceptados, y luego practicados.
“Morir de aburrimiento y con aburrimiento” es haber llegado a la vejez y no haberle dedicado tiempo  a crecer como persona y ayudar a los  demás. No dedicar una parte importante de la vida a enriquecernos espiritualmente y no ayudar a que los demás también crezcan y se desarrollen espiritualmente, es morir de aburrimiento y con el vacío de la soledad y del olvido.
El egoísmo se desarrolla y se ampara en la despreocupación y falta de valores e iniciativas de tal forma que nos impulsa a no ayudar cuando más podemos hacerlo y mejor sabemos hacerlo: cuando hemos llegado a la  vejez.
La vejez, como todas las edades, tiene una importancia personal y  social. Y por ser la vejez la edad de los mayores años, tiene el 
añadido de la sabiduría.
Vivimos en sociedad. Y nos necesitamos los unos los otros.
Mirar al cielo aburridos cuando nos hemos jubilado, es morir de 
aburrimiento y con aburrimiento, y perder el tiempo que nunca regresa  jamás.
“¡El aburrimiento, por falta de actividad, va mermando las capacidades, voluntades y los deseos de hacer algo!”
“¡¡¡Perder el tiempo cuando más vale, es imperdonable!!!”
Llegar a la vejez y esperar a la muerte estando aburrido, es imperdonable.
Se llega a la vejez por razones casi desconocidas para cada uno.
Pero se ha llegado. Se acaba el fluir de nuestro tiempo.
“¡¡¡Yo creo que también se llega a la vejez porque nos queda algo que  hacer!!!”
Perder la edad de la vejez sin hacer nada y aburrido, sino vegetando,  es imperdonable.
La vejez tiene la virtud de la madurez.
La vejez tiene la virtud del saber.
“¡¡¡La vejez deber ser: dar sin mirar a quién!!!”
Morir de aburrimiento y con aburrimiento es perder el valor de la vida, que tanto ha costado vivir, para luego, cuando más sabemos, irnos a la tumba con la caja vacía.
El ataúd del muerto aburrido es el más pequeño.
En el ataúd no nos llevamos nada material, pero si el cúmulo de actos  buenos que hayamos podido realizar. Que no tienen peso material, pero son de mucho valor espiritual.
“¡¡¡Morir, y con aburrimiento, es haber perdido la oportunidad de  haber ayudado y haber enriquecido la vida propia y ajena!!!”
Llegar a la vejez es una grande y enorme posibilidad de ayudar a los demás y de paso enriquecernos para llevarnos más cosas buenas en el equipaje eterno.
Perder la oportunidad de ayudar cuando más tiempo tenemos, y más  sabemos, es una responsabilidad que aplasta y deja sin valor la vida del viejo.
La vejez es la gran oportunidad que nos da la vida para llenarla de contenido, y morir feliz por haber ayudado.
“¡¡¡No perdamos el tiempo y más cuando somos viejos!!!”
La vejez es la época de hacer mucho por los demás y de repartir el saber.
La vejez nos llenará de alegría si la hemos compartido en saber y en hacer.
“¡¡¡La vejez es para hacer!!!”

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