Nuestra Plaza de Tamaraceite























Nuestra Plaza de Tamaraceite fue un lugar de encuentro para grandes y chicos, pero especialmente para la juventud de los años 40, 50 y 60. La salida de misa era la excusa para dar un paseo, ir al Cine o entrar a la Sociedad a echarse un baile al son de alguna de las orquestas de la época.  Don Ceferino Hernández, sacerdote de nuestro pueblo, donó los terrenos para construir el templo parroquial y la plaza, allá por los años 20, de ahí viene el nombre de este lugar carismático.
La Plaza era, y sigue siendo, sereno testigo de los años que pasan por ella. En aquellos maravillosos años se daban cita eventos de diferente índole: verbenas, lugar de descanso al final del famoso paseo, fiestas de carnaval, celebraciones litúrgicas, lugar de juegos para los niños, y para los no tan niños la plaza también era la ideal para andar “moceando” con los jóvenes del pueblo.
Para quienes no conocimos ese aspecto de la plaza, cuentan nuestros mayores que en los años cincuenta el suelo estaba construido de baldosas de cantería, y de lo que más orgulloso se estaba era de los balaustres que la enmarcaban por el lado que da hacia a la carretera, también contaba con un cuidado parterre donde no faltaba la pita savia, los hibiscos, las flores, etc.
¡Recuerdos que no hay que olvidar!

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