Conceptos concatenados

Por Antonio Domínguez
Recuerdos tal como salen de la memoria.
Tengo derecho –cuanto más torpe sea yo y no lo soy poco, mas- a ser tan ininteligible como los alemanes que rizaban el rizo hasta la eternidad (entiéndase Manolo Kant y etc.) no concebidos por no entendidos, paridos sin embargo, gozan hoy (sin ese mayor mérito que se les pretende) de un halo que está en el nimbo resplandeciente; el que los grandes hombres tienen para ser por fuerza recordados siempre, “ideados” de madre también por impetuosidad y nervio, tal cual son todos sus afirmados y reafirmados; señores del, ¡Ahora o nunca! -… ¡Se pasa por este rasero y nada más! …¡Atrás todo el mundo!;… aun no me toca a mí, pero, ¡¡¡ahora voy yo!!! O, ¡Al suelo todo el mundo! Así es qué, las testosteronitas tesis iguales que las de chimpancé, se evidencian en todo arreglo y desarreglo; verdad o mentira; principio y fin, que, antes que de causalidad tienen de casualidad. ¿Tengo yo categoría y por tanto derecho a las tonterías discursivas que apalabraron aquellos a los que se les recuerda hoy como grandes? Pues, claro que sí. Sí porque no hay que emularles al completo (imposible) y haber de exponer –yéndoles a la par- también en sus grandes ideas como las que dijeron. Amigo, cuando uno desafía y pugna por parecerse a los grades hombres en sus equivocaciones y defectos nada mas, se ha de estar cierto en la no presuntuosidad-engreída-arrogancia, porque quiera o no quiera en ese grado de mostrenco estamos la humanidad chatarra que no servimos sino para el consumismo; a veces sin dar golpe. Valen todas las pequeñas presuntuosidades al alcance del pequeño humano, siempre que no se diga: ¡¡¡Hay que joderse, a donde hemos llegado los humanos!!! Dicho por humano que se ha pasado la vida leyendo el Marca ante la ginebra con tónica en el diario carnaval, cantando los penaltis  de los partidos en la tele del bar. No puede un hombre corriente de dura y torpe cabeza creer que por ser humano es merecedor de las loas que se le ofrecen a los cuatro que han sacrificado su salud para que el mundo malamente funcione.                     
El que no come se muere. El que no respira se asfixia, y así sucesivamente con la multitud de frases que comiencen con “el que no”. ¿Qué sobreviene cuando ellas  entablan e inician su lucha, su estar y su ser desde “el que sí”? Bueno, al final de los tiempos seguramente al estar todo molturado a la vez en todo, y ser ese todo único, una masa uniforme global, de indefinible amasijo, que es “algo” pero en la nada total y universal, dé lo mismo y sea lo mismo en tanto que no objetivable. Por ser solamente objetiva total, esa masa constituida de todos terminares-acabares y fines en el final general del caos y ya en la nada, es algo en la nada pero, en la nada es nada y se considera nada total; los vestigios del todo al final de los tiempos en la nada, son nada porque ya no existirá una conciencia que le dé ese permiso para existir, llegado y ya desbordado el fin de ciclo –como en todo y para todo- para empezar de nuevo en lo que tiene más visos de ser eterno: la vuelta y vuelta requetevuelta a empezar: aquí/acá, allá y/o acu allá. ¡¡¡CLARO!!! Para volver a crear otra vez en los vaciados solares del universo estaría Dios de nuevo, que, seguramente en vez de seis, emplearía diez días con sus inventos, para/por la innecesaridad de bandidajes mentirosos, religiones, prensa, política, e injusticia.
Al presente, todavía, prevaleciendo en el ahora del mundo y sus cosas; ya volveremos después, o en otro momento a situarnos en el caos desintegrados por el reventón trueno terrible de todo lo creado, empezamos el magreo (o continuamos en él) diciendo que…
  Los cochinos comen hierba y a las cabras también les gusta; solo que la comen más preferencialmente y en cantidad además. Asimismo, vemos que el mundo es cerdil, cochinil, marranil, dado el caso que los principales seres de la creación, los cerdos, vienen al mundo con el nadar aprendido y no como el endeble, enclenque, enfermizo ser humano que tiene que aprender a nadar para no ahogarse simplemente en agua; elemento del que esta mayormente compuesto ¡¡que desilusión-chasco más decepcionante!!.
No entremos en la comparación en la que es perdedora lo humano; si hablamos de virtudes de los sentidos, las cuales se presentan en los animales increíblemente superiores a las nuestras: oído, olfato, vista, tacto, o, el sublime divino, poderoso, omnipotente paladar del buitre, que encuentra placer en la cuanto más pútrida, carroña. Eminentes son los sentidos animales y nosotros tratamos de solaparlas y minimizarlas imponiéndoles nuestra supuesta superior inteligencia. Inteligencia que se basa en intelectualizar el sufrir, preconizar las desgracias, tener léxicos vocabularios y numerarios y poquísimo mas que, a efectos de la naturaleza es muchísimo menos.
Aquí no se presume de sabiduría (en otros artículos sí; porqué no decir algo tan natural en todo lo humano, incluso en reos de presunción creyendo ser mucho más que divinos merced a su creencia inversiva-invasiva por la vitamina de tomate para adentro); sí se le da pábulo y la envergadura que tienen en nuestro recuerdo las conversadas en el muro de Juan Pérez; la barbería; tienda de Vicentito el chico y, en las jiras de Molina en guagua desde Tenoya. Perdone estas formas de amplio espectro. “Pá laño que viene las canto mejor”.

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