Compasión humanitaria

 

Por Antonio Domínguez  

Compasión humanitaria dulgente, misericordiosa; clamo, imploro, por los politicuchos isleños. Los matrimonios duran cuatro años, y ellos llevan décadas “conviviendo” con esposa cónyuge, cuyas, sabemos todos que en cuanto ven marido poniendo interés compuesto en algo que no sean ellas, se les cae al suelo caldero “sin querer” que desconchaba la madre a cualquiera. Hecha a rodar silla escaleras abajo “sin querer” que, el marido creyendo que rueda su suegra se corre de placer en el calzoncillo que se tiene que cambiar y adiós a la idea que rumiaba. Enchufa electrodomésticos a la vez “sin querer” para que se baya el fluido y distorsionarle el ordenador al cual ella tanto odia. En fin es de cobardes majar sobre politicuchos perseguidos de mujer y prole que le amaron los primeros cuatro años y ahora como todos dan/damos asco, no es para ahora cuando llegan a cabildo o  gobierno estar recordándoles que el turismo muy tarde vendrá. Que  la agricultura no es queso con polvaceras polvorosas pulverulentas de leche foránea; ni siquiera miel y vino producido aquí con lo de aquí. Hay que aplicarles y hoy les aplico la schopenhaueriana compasión a los no amigos y no hablaré de la catástrofe por la que deambulan sin dormir atormentados por, el sí dimitir o no, para que su mujer ya sin competencia le haga ni caso y así poder vivir y dormir, que, años ha que ni duerme ni vive. Oriento esta colaboración a asunto particular por conmiseración y caridad humana; porque sé la dureza de la que están merecidamente castigados. Primero por su mujer cuando murió el matrimonio. Luego, rápido se encargó de él la política. Ahora terminará con él en el estercolero, el virus, o sea el haberse dedicado a los plantíos y no a crear trabajo ¡¡Ahora ya es tarde!! Escribiremos en su epitafio: ¡¡TRES ENTES LO MATARON A TRAICION!!: pandemia, política y mujeres; por este orden no, por este desorden.

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