En el mundo hay de todo


Por Luis C. García Correa 

En el mundo hay de todo, y no debía de haberlo, porque solo debía haber lo bueno y no lo malo.

El mal lo originamos nosotros: todos somos responsables en alguna medida. Por ello debemos tratar siempre de ayudar, que es una forma de hacer el bien y de sentirse bien.

El mal jamás ayudará. Cuando permitimos el mal, a conciencia, nos olvidamos de que el mal, como el bien, es un bumerán, que regresa al sitio del que partió.

Debemos tratar de comprender y no juzgar. Sé que esto no es fácil, lo digo por experiencia, pero no dejo de luchar por no caer en esa tentación de juzgar, y -me da vergüenza decirlo- casi siempre para mal.

Juzgando mal nos parece que nosotros nos mejoramos, cuando es todo lo contrario.

¡Quien juzga mal, recibirá lo que da!

En el mundo hay de todo. No hay la menor duda. Pero mucho de ese todo mal tiene remedio si cooperamos devolviendo el bien y no el mal.

“¡Ayudar es el gran medio para mejorar!”

“¡Es más fácil ayudar que desear el mal o perjudicar o no ayudar!”

La vida es muy corta y se puede llenar de felicidad: el medio es ayudar al compartir esa felicidad.

La felicidad engendra y desarrolla la felicidad.

De nosotros depende lo que somos y lo que hacemos.

Todos somos responsables, aún el más inconsciente, de nuestros actos y deseos.

Los valores morales, éticos o religiosos son el gran antídoto contra el mal, que siempre busca la forma de dominar.

En el mundo hay de todo y debería servir para ayudar.

Porque hay tantas formas de ayudar como personas, y tantas personas como formas de ayudar.

Todos, sin excepción, tenemos y debemos cooperar al bien de los demás, y con ello fortalecemos el bien personal y el de los demás.

En el mundo hay de todo. Seguro. Pero… ¿qué es lo que domina?  ¿En qué coopero yo?

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