¡Llegó la Navidad! ¿Para quién?

Por Luis C. García Correa  

 "¡LLEGÓ LA NAVIDAD!" ¿PARA QUIÉN? Felicito, efusivamente y de todo corazón, a la humanidad entera, en especial a las personas necesitadas, para las que será un día más de horror.

Trato de ponerme en el lugar de las personas necesitadas y no lo consigo.

Padre Dios, por favor: Hazme sentir lo que ellos sienten, para saber, en propia carne, lo que es vivir en necesidad.  Contemplo a los demás viviendo momentos de felicidad, pero yo quiero sentir lo que muchos sienten al no tener lo que necesitan para sobrevivir. Y yo…,  sobrándome de todo, y yo… sin ayudar.

No soy Padre Dios, pero sí un ser humano con alma y corazón.

¿Qué debo hacer? No lo sé, pero siento angustia de ver y comprobar que nos necesitamos todos para volcarnos en ayudar - con honestidad, solidaridad y amor- a quien solo tiene necesidad.

Hay riqueza de sobra. Todos tenemos algo para dar o compartir.

¿Intentaré ser consecuente con mis creencias y ayudar con efectividad, sin pensar que con darme golpes de pecho ya puedo olvidarme de ellos? ¿Y ellos sin lo necesario para vivir de forma natural… me puedo olvidar verdaderamente?

Rezo, pero no basta, se necesitan hechos y ¿Qué hago? Quejarme y nada más.

¿Estoy ayudando y permitiendo que la miseria siga donde no debía de haberla, porque, los que nos sobra, no compartimos con los demás?

Hay riqueza de sobra. Y hay miseria de sobra. ¿Qué debo hacer? No lo sé. O sí lo sé: dar, pero también cooperar a que se redistribuya la riqueza, a que todos tengan un mejor empleo y puedan ganarse la vida.

Padre Dios nuestro, ilumina nuestras mentes y nuestros corazones para dar lo que nos sobra, y para que ayudemos a quienes lo necesitan.

No basta con mis quejas y lamentos, que, en la práctica, son lágrimas que se secan al viento, no resuelven la miseria y todos tan contentos celebrando la Navidad.

¿Qué puedo hacer? Ayudar.

¿Cómo ayudar? Dando de lo que me sobra, y encima me queda para celebrar la Navidad.

¿Cómo podemos vivir tranquilos pudiendo ayudar? Ahora ya no puedo vivir tranquilo, siento una angustia que quisiera no tener, y la tengo. No consigo tranquilizar mi conciencia sabiendo que sufren los demás pudiendo yo ayudar.

¿Cómo puedo ayudar? Aportando, cuanto antes. Y proponerme ayudar sin cesar, constantemente. Y espero que Padre Dios me perdone por tantas omisiones.

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