¡Qué verde era mi valle de Tamaraceite!


No hace muchos años nuestro pueblo de Tamaraceite estaba lleno de verde, no solo por las zonas de cultivo que circundaban y envolvían al núcleo poblacional, sino por el verde de sus laderas sin construir, el imponente color de la Montaña de San Gregorio en época de lluvia, las palmeras canarias y los dragos que llenaban y daban forma y nombre a nuestro paisaje, las aguas discurriendo por el barranco y la presa llena de agua, lo que permitía que los chiquillos fueramos hasta sus aledaños a montar en barca, a tirar piedras al agua o a jugar en los múltiples charcos que por allí se formaban. Plataneras, tomateros, caña de azúcar, frutales y papas daban vida a nuestro pueblo, no solo porque mantenía y daba trabajo a sus moradores, sino porque en época de crisis siempre había qué compartir. Ahora ni eso. Ni verde ni nada que echarse a la boca para poder compartir. ¡Cómo echo de menos mi Tamaraceite agrícola y ganadero! El otro día se me pusieron los pelos de punta de ver a un rebaño de ovejas pastando muy cerca de la Carretera de San Lorenzo, me hizo retornar 30 años atrás, cuando eso era algo normal en un pueblo como el nuestro. La crisis ha venido como agua caída del cielo para nuestro valle de Tamaraceite ya que ha paralizado la construcción de 2500 viviendas y dos grandes mamotretos o centros comerciales. Creo que todavía estamos a tiempo de conservar parte de nuestro patrimonio histórico, agrario en su mayor parte, para no terminar de convertirnos en un pueblo fantasmas donde la gente no sale a la calle, está desarraigada y no sabe literalmente ni el nombre del lugar en donde vive (Tamaraceite- La Galera- Lomo los Frailes).

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Si ¡Qué verde era mi valle!
Mis recuerdos de la infancia:
Esto me trae a la memoria vivencias de mi infancia. Nací y viví en una finca hasta los ocho años y esto me recuerda cosas que hoy en Tamaraceite, para nada existen ya. Esa casita que hoy aun se mantiene en pie, esa bajada frente al aparcamiento de la Iglesia, y que se ve si miras a tu izquierda si vienes desde Las Palmas (p. ejem.)
No se hasta cuando se remonta mi memoria pero debe ser bastante ya que recuerdo que mi madre me llevaba con ella al trabajo y sobre la hoja de platanera cortada (supuestamente) me preparaba una camita y me ponía el biberón en las manos (que antes de biberón nada, una botellita) y mientras me la tomaba ella seguía trabajando en ese surco. Si haces eso ahora ¡vamos! ¡los niños cogen no se cuantas enfermedades! Pero claro, era lo que había. Muchos hombres y mujeres trabajaban ahí, los hombres normalmente sus camisas manchadas por lo que soltaban las plataneras al cortarlas (antes no había nada posible para quitarlas), las mujeres con sombrero y debajo pañuelo atado al cuello, muchas de ellas evitando que les diese el sol en la cara pues se manchaban y habían de recurrir a la ¡poderosísima! Bella Aurora ya que lo que privaba en esos tiempos era tener la piel bien blanca. También llevaban mangas largas y se hacían unos faldones largos incluso recuerdo ver algunos hechos de sacos, Lo que hoy llamamos arpillera. Lo de los faldones creo, al menos lo que sabía yo de las mujeres estas, era el poderse agachar libremente a limpiar las plataneras y que nadie viese sus intimidades. En esto viene a mi mente el recuerdo de oírles decir a mi madre y mi madrina, que un día vieron a un hombre acechándoles detrás de una platanera, ¡las pobres, forradas hasta el cuello! Y salieron las dos corriendo tras el hombre con lo que llamaban un “tolete” de platanera dándole en la cabeza hasta que le perdieron de vista.
Recuerdo las fincas de plataneras, árboles frutales, donde te cogían una ciruela roja llenas de ese polvillo blanco y solo se limpiaba un poco y a comerla, ¡Nunca pasaba nada!
El millo (maíz) ahí se plantaba, se descamisaba (todos los trabajadores sentados en el suelo bajo la inmensa parra, se tostaba en la finca y mi padre lo llevaba al molino de La Cruz del Ovejero. Recuerdo cuando me llevaba con él a llevarlo o a buscar luego el gofio recién molido...¡Mmm! Aun guarda mi subconsciente los aromas del gofio recién hecho o es de los racimos recién cortados o la hoja de platanera.
Otra cosa que te quiero comentar y que hoy suena a imposible. Antes se trabajaba incluso los sábados y creo (esto no recuerdo bien si era a las nueve de la mañana) el Sábado de Resurrección se sentaban todos los trabajadores hasta que se oían las sirenas de los barcos, eso lo recuerdo como si fuese ahora y luego empezaban la jornada de trabajo.
Quizá me he salido un poco de lo que verdaderamente comentabas de cuanto verde había en este (antes se llamaba pueblo) Tamaraceite. Realmente era muy rico en fincas, palmeras, muchísimo trabajo, muchísima gente tenía la leche asegurada con un par de cabritas que tenían en sus casas y a estas nunca les faltaba la hierba o la hojita de platanera que los hombres traían al regresar de su jornada de trabajo para deleite de estos animalitos.
Espero haber aportado algo de mis recuerdos, bueno...Estoy empezando a pensar seriamente que ¡Soy mayor!
Sergio Naranjo ha dicho que…
¡Magnífica aportación! Lástima quedarse anónimo, porque de lo contrario se podría sugerir a Esteban que lo pusiera en otro lugar más acorde con el relato que narra.
Anónimo ha dicho que…
Gracias Sergio, por valorar mi aportación a este apartado del blog. Seguro que si Esteban necesita este relato o algo parecido sabrá don de encontrarme. Sabe que yo aporto algo cuando se entrar en el tema, cuando no se que decir ¡mejor me calló!
Gracias de nuevo.

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