Comienza un nuevo curso

Fotografía: Canarias7
Seguro que hoy se ha vivido un amanecer muy bullicioso en cientos de miles de casas canarias. El despertador ha vuelto a sonar y el ajetreo familiar para llegar a tiempo al colegio y al trabajo ha regresado. 173.722 niños y niñas canarias, de entre tres y trece años, están este año matriculados para asistir a las clases que se impartirán en los Centros que componen el Sistema Público de Enseñanza en Canarias. El verano va quedando atrás, aunque en las islas se trate más que nada de una cuestión de calendario. Los más pequeños no está aún obligados a preocuparse por las noticias del Telediario. Afortunadamente para ellos, mientras se divertían en su cálido agosto, nosotros nos calentábamos y preocupábamos con las noticias de unos mercados convertidos en ruletas rusas. En estos tiempos convulsos que estamos viviendo, ya no descansa ni el propio verano.

Comienza un nuevo curso escolar. Volvemos a la rutina de quienes no deben tener otra obligación que la de formarse para conquistar el futuro.

Futuro. Permítanme que comience hablando de futuro, justo cuando el presente que nos está tocando vivir se ha vuelto tan sombrío y pesimista. La infancia y la juventud es el periodo de nuestra vida que dedicamos principalmente a la formación intensiva y a la adquisición de conocimientos. Debe ser un tiempo feliz de desarrollo personal. Miremos pues a todos estos caudales de felicidad que hoy inician un nuevo curso escolar para construir con ellos el tiempo en el que habremos sabido vencer las dificultades del presente. A nosotros nos toca gestionar el presente y construir el futuro que ellos deben alcanzar. Y nadie puede discutir que la llave que mejor sabe abrir las puertas del futuro es aquella que se adquiere con una sólida formación y preparación social y profesional.

Las burbujas que iluminaron el nuevo Milenio se han pinchado, y al socaire de ese sueño falso que hemos vivido, muchos jóvenes abandonaron sus estudios porque trabajar y tener no exigía saber. El sueño se ha convertido en pesadilla, y hoy vivimos un presente angustioso en el que ni siquiera saber garantiza poder trabajar. Paradójicamente, cierto es también que las dificultades para encontrar empleo han revalorizado la educación y la formación. Debemos considerar esta situación como oportunidad para mejorar el nivel educativo de toda la población y también, como oportunidad para ajustar mejor las necesidades del mercado laboral con las disponibilidades de la población.

Pero mientras construimos esas nuevas oportunidades, lo cierto es que la mitad de nuestra juventud, con estudios o sin ellos, está desempleada. Y las administraciones públicas, aquí y en todo el Continente europeo, se ven obligadas, por las circunstancias generales, a recortar sus gastos. Los libros de historia del futuro dirán que en este tiempo acabó una época y se inició otra. De cómo respondamos nosotros, los que tenemos responsabilidades públicas o ejercemos nuestros derechos y obligaciones como ciudadanos, de cómo respondan los profesionales de la enseñanza, y de cómo respondan los estudiantes que ahora componen nuestro Sistema Público de Enseñanza de Canarias, dependerá el esplendor real y perecedero de una nueva época que ahora alumbra aún con más sombras que luces.
Formación y conocimiento. No es posible ganar el futuro si nuestras inversiones no se orientan precisamente a construir el futuro que queremos. La luz del conocimiento es la única que puede acabar con las sombras que proyectan un mundo en el que faltan oportunidades y crecen las desigualdades. Por eso, y empezando por quienes ahora ostentamos las responsabilidades públicas sobre la enseñanza en Canarias, es el momento de reafirmar nuestro compromiso por dar a las nuevas generaciones de canarios la mejor educación, la mejor preparación para enfrentarse a los retos de un mundo cuya mejor luz sigue siendo la Sociedad del Conocimiento. Que no nos confundan las dificultades actuales. La Educación, como la Sanidad, es una inversión. Si lo que ahora gastemos, lo gastamos bien, el futuro nos traerá los beneficios de esa inversión y podremos saldar la deuda generada por esa formación. No hay otro camino. Cuanto mejor formemos a los alumnos que hoy inician un nuevo curso escolar, mejores horizontes de progreso estaremos construyendo.

El Gobierno del que me honro formar parte tiene muy claro que debemos sortear cualquier dificultad para garantizar una Enseñanza Pública de la mayor calidad, que alcance a cualquier niño o joven que viva en estas islas, en el pueblo o barrio más lejano, y que la reciba en las mejores condiciones independientemente del nivel de renta que posean sus padres. Al compromiso de gestionar mejor, de emplear eficientemente los recursos de los que disponemos, y de alcanzar la mayor excelencia en las tareas de formación académica, estamos obligados todos. Este tiempo exige de todos mucha responsabilidad social y pública. Conscientes que se trata de una tarea que concierne a todo el mundo, desde la Consejería de Educación, esa responsabilidad nos exige una Política Educativa construida sobre el diálogo, el entendimiento y el Pacto entre quienes integran la totalidad de la Comunidad Educativa. Todos los agentes e instituciones educativas debemos asumir de un modo corresponsable una misión esencial: preparar eficazmente a nuestros alumnos para que cuando dejen de serlo sus vidas estén llenas de oportunidades. Los padres y madres de Canarias han confiado la educación de sus hijos e hijas a un amplio equipo de profesionales que están dedicados en plenitud a la difícil de enseñar y formar. Somos conscientes que mantener esa confianza resulta esencial para todos.
Para el cumplimiento de toda esa tarea, Canarias debe recorrer en el plazo más breve posible la senda de la convergencia con la media nacional en todos los indicadores educativos y debe hacerlo teniendo siempre en el horizonte la convergencia con los principales indicadores europeos. Conscientes de este reto, el gobierno de Canarias, en esta nueva legislatura se ha comprometido a lograr dos objetivos muy ambiciosos: reducir el abandono escolar temprano hasta el 10% de la población escolar y lograr que, al menos el 40 de la población tenga estudios superiores completos.

Debemos ser realistas y asumir tanto nuestras debilidades como nuestras fortalezas, pero sobre todo debemos identificar muy bien nuestras oportunidades para aprovecharlas y hacer frente a las posibles amenazas. Estoy convencido de que todos albergamos la mejor voluntad. Y creo que todos estamos convencidos de que las circunstancias actuales exigen, más que nunca, el compromiso más amplio para superar las dificultades. La sociedad canaria y los distintos agentes educativos tenemos la capacidad de respuesta y la voluntad de superación necesarias. Nuestro recursos son limitados, pero nuestro empeño debe ser infinito. Estoy seguro que unidos, cada cual en su ámbito de responsabilidad, sabremos cumplir mejor con nuestra misión.

Con estas premisas y principios asumo mi responsabilidad en el diseño de la política educativa del Gobierno de Canarias. Más allá de presupuestos y normativas, no quiero olvidar que en el centro de todas nuestras decisiones administrativa debe estar siempre el alumno, con su rostro físico y sus aspiraciones de futuro. Y junto a él, siempre un profesor, una de las personas, junto a los padres, que más pueden influir en el futuro de los niños a los que enseña. Todos debemos tener muy claro que no solo es una cuestión de dinero, de millones de euros, sino también de implicación, de entusiasmo por la tarea que tienen encomendada. Hablo de mantener el entusiasmo de los profesores, aplaudir su vocación y su entrega, su capacidad de sacrificio en los tiempos duros que corren. Hablo también de rechazar contundentemente ese empeño de algunos por transmitir que los profesores trabajan poco en este país, que sólo se mueven por dinero, cuando, por el contrario, luchan cada día por hacer mejor su trabajo. Es obligación de todos respetar el trabajo de los profesores, de respaldarlos desde las administraciones y desde la familia, desde los colectivos de padres y madres, desde los medios de comunicación. Todos debemos estar implicados en esta fabulosa tarea de formar mejor a nuestras generaciones futuras para que hagamos más grande y más fuerte esta tierra.
Con toda ilusión, la mejor bienvenida al nuevo curso.

José Miguel Pérez García es vicepresidente y consejero de Educación, Universidades y Sostenibilidad del Gobierno de Canarias.

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