“¡¡Dime mundo peligroso!!, ¿Cómo siendo tú tan hermoso contienes tantos engaños?”.


Advierta, respetado lector lo que puede dar de si, o el camino que puede llevar lo que aparenta soberbio ¡y no lo es! Si se observa detenidamente.

Nunca en mi vida me he ocupado en analizar sentimientos, ni míos, ni de otros. Los míos porque los tengo siempre y se como son, ambivalentes de una misma monolítica estructura. Un mismo sentimiento me desmoraliza y me da ánimo en virtud de un mínimo cambio en su código de barras y un tanto se desmonolitiza, por tanto.

¿Y los de los otros?. Jamás he dedicado ni diez minutos a analizar nada que no aspire a entender totalmente. ¿Y porqué se han de perder diez minutos? Porque con menos tiempo, no da para saber si se le puede o no a ciertos asuntos, que de tener duda despejada y visto que no comprendería esa virtud o técnica, no les dedico ni un segundo. Aún, estando otra persona  en la tesitura, de poderme explicar perfectamente un sentimiento suyo, fallaría algo, porque de lo que me habla concretamente no lo ha visto, no lo ha olido, no lo ha oído, no lo ha palpado, en fin un sentimiento es algo que se forma de las diversas mezclas, aportadas a priori por todos los sentidos y que el entendimiento mismo ignora; (porque no ha aprehendido) muchos de los aportes mismos del exterior, de los que solo se introspecciona un tercio en el mejor de los logros; no nos da tiempo a clasificar todo lo que nos entra por tan diferentes vías.

Sabemos palpablemente, que no hay una sola persona en este mundo, que  desnude totalmente sus ideas y que se entregue en lo que es, aunque lo intente y procure con todas sus fuerzas, hay algo físico, que no es el llamado instinto de conservación, que no deja vaciar del todo la producción mental, hay quienes no saben ni siquiera esto y vencidos por su tendencia, no dan la más mínima limosna de la cosecha de sus ideas, callados como topos, en profunda galería, con la mirada puesta, siempre torpe del tolete; pero yo que a pesar de ser un tolete, esto no desconozco, doy todo absolutamente, todo lo que naturaleza me permite dar; y lo que no es dable de dar, queda en la mente como principio encabezador de posteriores asuntos, de los que también hablaré; para mi mal seguramente, porque opinando no solo se fracasa, sino que se dinamita la salud, el dinero y el amor. No se puede escribir aquí el libro que haría falta, para explicar como vuela la salud, el dinero y el amor aún siendo “gratis el opinar y enamorar”; que en el amor y la opinión conoce el hombre todo tipo de pérdidas. ¡¡Cuanto cuesta a la salud opinar después de haber pensado y por haber pensado!!. ¡Tranquilo! Esto no lo sufre periodista alguno, ¡¡son profesionales!!. No necesitan pensar.

Es por lo que voy lo más indolentemente que puedo, de puntillas para no despertar, a la asquerosa ruindad que como humano llevo y me eche a perder todo esto. He contado siempre cosas y charrasquillos de mi vida, sin trascendencia e importancia, (que si acaso tienen importancia es solo para mí) lo sé, pero también sé que las ideas o pensamientos, las debe subir de escala el que las recibe del otro porque en definitiva entre las escalas y  los lectores hay una particularidad, que es homónima con las personas principales de la nobleza.  ¿Es un rey menos rey cuando se mezcla y confunde con los plebeyos, malamente vestido, por lo que es mirado hasta con desprecio de sus súbditos, que ni le conocen y estos mismos enloquecen de fervoroso amor, cuando le ven enjoyado de todas sus joyas, en los balcones de sus palacios, con los brazos abiertos en paternidad de paternidades, que solo una celestial escena pudiera alcanzar el brillo de esos brillos?. Desgraciadamente a esto están sujetos también nuestros pensamientos, cuando salen a plaza en figuras pastoriles, villanas y análogos, pero de ser tomados en protectoras manos, pueden ser presentados en la corte y quedar prendada toda la realeza del país de las utopías. Y ya se ve por donde vienen a ser los simples pensamientos (cuando son originales y de aprovechar) tan venerados como la más principal persona. Espero se vaya entendiendo que no me refiero a los míos.

Por lo dicho es difícil separar pensamientos sentimientos y apariencias, pero de lo que estoy seguro es que los sentimientos son sensiblerías, que dejan de serlas si se justifican en el amor al hijo, al deber y a la ley; que la apariencia es la madre del engaño, siempre que se use para lo no correcto; para mí prima el pensamiento en su estado más puro posible y ese no es otro que el filosófico. Y dependiendo como y quien lo use (el pensamiento) es por un lado magnífico pacificador, unificador, humano, sublime; y por el otro pueden ser pequeñas maldades, medianas delincuencias, o grandes acechanzas violentas (y muy a pesar mío por el recurrido símil pelotero) que no van al balón, sino en plancha por abajo del ombligo, a clavar los tacos en zona lo más blanda.

Cuando en los embrollos se trata de asuntos de bastante sustancia y enjundia, aconsejan los literatos, se terminen con una broma absurda, no sé para qué, pero ahí la tiene respetado lector: el fútbol mezclado con cosas serias.





Antonio Domínguez Herrera

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