Vulgarizar los valores

Por Luis C. García Correa
Vulgarizar es poner algo valioso a un nivel asequible al vulgo. Y el vulgo es el conjunto de las personas que en cada materia no conocen más que la parte superficial
Cualquier forma de vulgarizar es mala, si encima es sobre valores o interioridades, es si cabe peor aún.
Los  valores morales, éticos o religiosos deben ser el fundamento de la vida humana, nada menos. No se pueden conocer o vivir tan solo de forma superficial. Cualquier ausencia o vulgarización de esos valores disminuye las felices vivencias interiores y sus compensaciones
“¡Valorar el valor es ser grande en lo mejor!”
Necesitamos, imperiosa y urgentemente, la revalorización de los valores.
¿Cómo se puede hacer comprender - a quien no tiene valores - que los valores son necesarios?  No lo sé. Pero seguiré intentado saberlo. 
La vida sin valores es una vida de perdedores.
Que los valores sean considerados fundamentales, trascendentales, que dan sentido a la vida y a los actos.
Rezo, todo lo que puedo, para que la humanidad rebose en valores. En mi caso son valores religiosos, que si no existieran los inventaba, por lo mucho que me han ayudado y me siguen ayudando. 
Seguiré rezando, escribiendo, hablando y tratando de hacer y ser consecuente con ellos para poder exponer con criterio real lo que propongo, que, en este caso, son valores morales, éticos o religiosos.
La vida es un sendero que nos conduce al Más Allá, a la eterna contemplación de Padre Dios. Supongo que, para los no creyentes, la vida es un sendero por el que caminamos en la búsqueda del bien.
Se sea o no creyente los valores son absolutamente necesarios; en caso de no tenerlos nos convertimos en lo que hoy tanto abunda: pasotas e individualistas. A los pasotas e individualistas les une una desgracia común: el egoísmo.
Hemos nacido para ser felices y libres, no egoístas. Todo aquello que reduzca estas dos necesarias vivencias es enemigo de la humanidad.
Los padres tenemos que educar a nuestros hijos con valores y que nos vean que los practicamos dándoles el ejemplo debido, ya que es fundamental para creer en los valores y llevarlos a la vida y a la praxis, el que los padres seamos consecuentes.
La falta de valores morales, éticos o religiosos, aumenta el egoísmo, rebaja la felicidad y disminuye la libertad.
No hay felicidad ni libertad sin valores. Si encima se los vulgariza se necesita una gran enseñanza para no merecer una soberana paliza. La vida está vacía sin valores.
(Paliza: disputa en la que uno queda vencido)

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