Sin subterfugios

Por Antonio Domínguez
Solo llorando –literalmente- me puedo acercar (se puede acercar el hombre) a narrar las penas que suponen y se devienen de las travesuras, desengaños y putadas de la vida.
Me aproximo al viejito, que, cuando la familia duerme, se pasa las madrugadas regando con su llanto la almohada. También a la mujer que llora a cántaros por el abandono de su marido sin otra razón, de la que, porque se cansó. También a los niñitos abandonados por la borrachera, o distintos “coloques”, de todas índoles. O a los hombres propiamente, en todo tipo de equivocaciones o negocios sucios y criminales. O al llanto del sacerdote, que, sabiéndose humano sufre ante la comprobación de que mal hace, por pertenecer a materia pútrida en futuro y en convivencia con la putrefacción humana que toda ella acabará siéndolo; desintegrable en futuro, sabe, que desde tan baja y maloliente postura no se puede llegar a poder pasar de ahí a comportamiento celestial, que, por ello, también llora. También al ser que llora su fealdad, su pobreza; su ninguna reputación para conseguir amor, trabajo, consideración, respeto, apego, condescendencia, empatía, socorro al desvalido, conmiseración, incondicionalidad. Aquí no se está nombrando ayuda dineraria redentora de negligencia y pasotismo; sino la ayuda del corazón con corazón; esa que se siente en el calor de la entrega, esa que, siendo de este mundo, es la mas que se parece a una dádiva cósmica no de cielo ni tierra o de  otro lugar sacramentado, sacramental ni sacramento. Lo que no se sabe no se cuestiona; nadie debe apuntarse voluntario a la angustia y pánico que propina un Dios vengador por mano de un ridículo diablo: Inexistentes los dos. Sea libre y feliz de verdad hombre: duerma a pata estirada; no le pasará absolutamente nada después de enterrado ¡¡Bueno sí!! El doctor tierra le dejará el coco más blanco que una sábana. No es lo mío lujuria liviana, es que el asunto tiene su coña y desde mi punto de vista se presta hasta al cachondeo.
Las conmiseraciones pasan por el llanto, la pena y el sufrimiento por el otro sea pobre o sea rico con dolores insoportables; exclusivamente. Pasan por la contemplación de imágenes de imposibles soluciones con limosnas; no es un decir “toma tres euros y lo que te falta consíguelo”; lo que se arregla con tres pesetas no es un encargarse de las miserias del mundo (…) muchiiisimo más allá de los cinco duros de limosna y fuera de toda fantasía que elucubra regocijos de premios o terrores a castigos.  Obsérvese que aquí no se habla nada de fanatismos religiosos; aquí se habla de bien nacidos nada más. Hace falta también justicia de reparto, además de un paredón virtual para pasar por las armas a todos los gobiernos corruptos… Israel, Maduro, los Castros; todo Sudamérica, todos los de África, toda Asia. Se salva la Australia que fue poblada por presos ingleses; país de piratas bergantes al acecho de flotillas a saltear, destruir y saquear; como saquean ahora sus ancestros con el Brexit. Con todo son ejemplo democrático ahora; junto con casi la mitad de Europa; lo demás, prácticamente todo son chaflamejas que gobiernan porque les interesa a los del eje que mueran reventados para ellos llevarse las materias. ¿Porqué no se lleva al paredón virtual a aquellos que a su indebido tiempo robaron nuestro MUNICIPIO SAN LORENZO DE TAMARACEITE con la fuerza de las armas y el hálito de una dictadura vergonzosa, bola-fabula, abominan te, vilipendio manchado de escándalo degradación y afrenta, de por demás, frustrante por la tolerancia de justicia calva?, que no de medio pelo. Que poca vergüenza presumiendo de quitar nombre franquista a una calle, mientras silencian el robo de SAN LORENZO con victimas asesinadas y niños estampados contra las paredes. A pesar de que estos extremos se han publicado prolijamente, voy a decir presuntamente porque temo a políticos jueces y periodistas recauchutados –que de seguro quedan unos cuantos- rodando en plena forma en los sentimientos nostálgicos de/por los destinos por Dios España y su revolución social sindicalista. Como dice Jaime Marrero: ¡¡¡Atrápalo francisco!!!
Ante las miserias del mundo hay que llorar, no menos (materialmente), que lo que llora el miserable; pero, sabiendo que el arreglo (que no es la solución) está en las manos de los bandidajes que mandan y, ¿cómo le pides a un bandido que no te persiga por esto aquello lo otro y lo de más arriba? El santo tiene que ser mas allá de la virtud, el honor, la honestidad, la felicidad y la libertad; cosas que a mí no me mueven, porque yo no voy a ir al cielo (como se puede entender por lo que digo).
En resumidas cuentas, si es usted de los miles de millones que lloran por la madrugada la maldita desgracia de vivir por haber nacido, BIEN. Ahora, si usted no llora en este maldito mundo ante la miseria, del cual, y cree que basta con darle veinte duros al borracho, al trilero, trolero, al pobre necesitado, indigente, hambriento, menesteroso, mendigo, pordiosero, desamparado y demás, se equivoca de medio a medio.
Al mundo se vino a dos cosas: a gozar la vida sin concienciar problemas de otros, o, a concienciar problemas de otros, pero, de verdad, con pañuelo en la mano y llorando día y noche: en esa desgracia en la que decidió compartir de verdad. Lo demás es tratar de engañar a Dios “haciendo méritos” para ir al cielo. Si estás dispuesto a hacerte cargo de todo el sufrimiento humano ¡¡¡hay que llorar más!!! Ya te digo: eso no se arregla con cinco euros aquí y cinco euros allá y diez acullá; se arregla con llorar y sufrir (es lo que nos queda) en consecuencia y con fraternidad con los miles de millones que lloran por la madrugá para que el mundo y sus familiares no sepan de su sufrir. El sistema solo alcanza el sufrimiento que emana y nos procura los responsables políticos (mandadores, mandatarios y a veces mandarines) los periodistas y sus tebeos y de la justicia; que “solo de nombre” existe en el mundo engañador. Menos golpes de pecho y más zarandeos al entendimiento; a pesar que de momento no hay solución racional alguna; mientras en el mundo haya esas diferencias salvajes y abisales entre mandatarios y mandados; entre gobernantes y gobernados; entre amos y esclavos. 
Ley universal ya, en la que se persiga con mucho presidio los comportamientos indisciplinados respecto de sus mandatos y, paredón para todo gobierno que se lucre, explote o robe a otro país. No se puede tolerar que en un país haya niños esqueléticos y a costa de sus riquezas haya otro con sus niños blancos como la leche y los ojos azules como el cielo sin faltarles una proteína, vitamina, ni el más mínimo oligoelemento mineral. Mas zarandeos al entendimiento y menos mentecatadas, tales, “como Dios salve a América”, creyendo, inocentes, que es América la que está salvando a Dios. El conmiserado con los seres que sufren (millones y millones) nada puede hacer –porque encima se quedan y roban su dinero si lo dona- solo le queda llorar cuando piensa en el magnífico caos-desastre. El mundo son los robos. El esfuerzo humano no va por la línea de férreo control universal contra el bandidaje manejador de cartas magnas; va por el camino de darle explicaciones mentirosas, pero, arcifiniamente, inteligiblemente a todo lo robado. Robando y engañando; engañando y robando: hasta el infinito, y lo demás, es toda verdad.
Lloro cuando veo a un joven, que, enamorado de la vida se sacrifica, y, engañado por la existencia en su existencia, no descansa en su quehacer creyendo que va a ser feliz hasta mientras viva junto a una petarda que al principio le necesita y parece comprenderlo todo y la verdad es que termina no entendiendo de nada, porque jamás entendió de nada. Su inteligencia no entiende sentimientos del otro ni propios. Los sentimientos alcanzan exactamente lo que alcanza la inteligencia en las personas. El instinto animal en personas robóticas es la simiente de los mortales desengaños para las personas más dotadas.  También lloro cuando veo a mujer que, abandonada con un niñito, se junta con otro en búsqueda necesitada de compañero y que cuando se harta de ella, empieza con malos humores de malos tratos psicológicos, como la antesala de las trompadas, caves, mordidas y patadas. “Gracias al cielo divino”, las puñaladas, no siempre están presentes.
   

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