MANIOBRA, ABUSO, TIMO INTERGENERACIONAL Y PARA SIEMPRE

Por Antonio Domínguez
Vamos a ver quien se come este marrón, en el que no se dice nada de Ronaldo ni Messi, ni se nombra el humilde penarte; que tanto anima y desanima; y hasta duele que jode.
Quiero ayudar a los que, seguramente siendo en múltiples complicaciones mas adiestrados y agudos que uno; y de lo que se trata en esto; más agudos que yo, no han perdido su vida entre lecturas y mas lecturas. Los licenciados que vienen de vacaciones no se les ve un libro en la mano.  Y el padre, responsable como el maestro pasea como única y eterna lectura, todo el día, La Provincia en el bolsillo de la americana; la llevan para leer cuadernos deportivos de la que está plagada,  de acuerdo y hasta de emoción, no teniendo necesariamente patente de rigurosidad veraz, porque para nada sirve a efectos de la mínima sabiduría. No están en voluntad y lenguaje que se entienda y con el que se le pierda el miedo “al ogro” de, la lectura de nivel. Las personas a las que esto va dirigido, si lo leen con detención, aprenderán de Kant, más que leyendo sus libros (que no entenderán) durante meses y mas meses.
Cuando se llega a ser un verdadero maestro en un oficio puede uno perfectamente olvidarse de las reglas. Para conocer cuan lego e ignorante se es en alguna cosa hay que alcanzar cierta maestria en esa determinada cosa, por consiguiente, que me diculpe esto de las posibles majaderias o paridas; poque maestro solo lo soy en mi oficio de barbero y, con esta maestría tan solitaria (que no desasistida) no habré de librarme de equivocaciones. O sí; cualquiera sabe. Solo quiero ayudar, seguramente por inconsciencia de cuan desasistido y de cuanta ayuda intelectual estoy falto yo mismo propiamente. No trato de meter a la gente en creencias religiosas ni de ninguna otra etiología, solo les hablo de empíreas sometidas a mi flojo raciocinio cuyos resultados muy imposibles de entender no pueden ser por ninguna necesidad de veracidad y contundencia a pedir a mis pocas luces; aunque dicho sea solo por modestia.

  

Kant tuvo una juventud campesina cosa les pido respetados lectores entiendan como mejor proceda.

       Kant se repite en libros y más libros, retorcidos, que destilan necesidad y mala leche que jode. La primera, leche ácida, mirar por sus necesidades vitales, es lógico, pero la segunda es lógica también solo cuando de modo propio se puede acusar al individuo de pedante enrredador y lo tenga que aceptar; si no lo acepta, hay que retirar lo de leche agria y llevar la cosa a altanerías de arrabal. Ahí dejo caer eso al aire, queriendo la cosa. Hablaba con argucias para estirar la grandiosisima elasticidad de la filosofía, solo para producir unos cuantos libros mas de la cuenta que le eran vitales. Este era de los que creía lo que se dice ahora “mi próximo libro” 
Así como el que dice: mi próxima ducha.
  
Cuando se necesita subsistir, y lo necesitaba pase, pero, cuando se hace en el ánimo de subir a alturas pocilgueras para engordar el ego y regodearse confundiendo estirando el elástico que no tiene fin, mas y mas y mas, sin necesidad (esto es un agravante) de hechar mano a la cara dura que haría falta porque en este asunto hay muchos reverentes poderes que se le postravan y postran a sus pies (trabajó como un poseso dando el brazo; a sacar del oscuro agujero –por lo que cobraba- de la tontería alegre a todo tipo de teología… la que en parte no mejor quedaba: “en la/su brillante tontería alegre”).    

La crítica de la razón pura, su gran obra, dicen, se trata de la razón pura que quiere juzgar su propia conciencia. La conciencia juzgada por la conciencia; échale mojo a esto. Aquí retrocedió para formar otra conciencia que juzga a la primera. En este caso, una tercera conciencia debe juzgar a la segunda, etc (Husserl ).

La consciencia tiene miles de planos y diversísimos actos concienciados en una única consciencia ¡siempre individual!. ¿Hasta dónde puede uno estar seguro de su conciencia?. ¿Hasta qué punto la conciencia de uno puede ser auténtica?. 

El razonamiento de Kant en la crítica de la razón pura, aún expresado de cualquier manera, es que todo lo que sabemos del mundo lo expresamos con juicios. Cuando trata la relación de causalidad, los juicios son analíticos o sintéticos y dice la burrada que, los juicios analíticos no añaden nada a nuestro saber, porque hay un concepto extraido de un concepto, es decir, un elemento extraido de la definición.

Lo siento por él, pero no me queda  más remedio que llamarle: ¿es que no se dio cuenta que en eso mismo explicó es donde cobran toda su grandeza los juicios analíticos?.

Reconoce, sin ambages, que el juicio sintético es algo distinto porque añade algo y, por tanto enriquece nuestro saber acerca del mundo. No ilustra, por lo menos claramente, del amplio intríngulis existente entre lo que va del juicio sintético al analítico. 

Sigue el temporal cuando dice que los juicios sintéticos no son válidos a priori sino a posteriori fundados en la experiencia. Kant busca como un adicto la precisión (obsesivamente) admitiendo que hay juicios sintéticos que son a priori, que añaden algo a la realidad; pero de cuya infalibilidad, al mismo tiempo, estamos seguros. Casi todos los estudiosos ejemplifican con el principio de Newton: “...la acción equivale a la reacción”. Es una obviedad en uno y otro sentido. Desde el momento en que conocemos esto, tenenos la certeza de que es así para siempre. 

Todo el problema  de la filosofía Kantiana radica pues, en una única cuestión: ¿cómo son posible los juicios sintéticos a priori?. Muy fácil; el que no come se muere, el que se tira de una avión sin protección se mata, así de sencillo. El primero que murió de hambre y el primero que se mató, aportó una verdad que sería así para siempre. 

Esto que tan claro está y que no va a ninguna parte, Kant lo complica y embrolla, con un enunciado tras otro atropellándose; con un pá tras y pá lante aún mucho más cuando viene a decir que la fiabilidad de los juicios a priori es incierta. La locura, que a lo mejor ni yo mismo he entendido; si la ejemplifico simplificada sería más o menos así: a pesar de que cuando se tira cualquier objeto al aire la ley gravitacional hace que caiga al suelo probadamente billones de veces, no significa que una vez no lo haga.

De estas y otras machangadas por el estilo se quejaba Shopenhauer cuando señalaba la especial predilección de los alemanes por embrollarlo todo, de no contar las cosas por orden, lo mezclan todo, metiendo lo más sencillo en la bruma más densa, dan aires de grandeza a toda bobería; todo esto fue lo que le llevó a proferir aquéllas célebres palabras “...en previsión de mi muerte declaro solemnemente: me siento avergonzado de pertenecer a la nación alemana”.

En esta crítica, Shopenhauer aludía ácida y personalizadamente a Kant y particularmente a Hegel su gran enemigo con el cual dirimió varios asuntos a patadas, mordidas, tortas y cabezazos (estoy seguro). Como el campeón más jaleado exhibicionista de la obra más anestesiante escrita en Alemania. Lo que hace que cosas relativamente sencillas en su contenido sólo las entiendan los doctos y unos pocos por la práctica  y el forcejeo contínuo (desde años), con las más enmarañadas lecturas. Entre los no doctos estoy yo; y ello me lanza a pegar el grito: ¡¡basta ya de encumbramientos de metafísicos a sueldo pagados por las iglesias para naturalizar la innatural idea de Dios!! Pero, hasta que no caiga la gran mentira de este mundo, no se puede pretender que mueran las miles de propagandas baldías que moran en su seno: de la gran mentira. Más gravosa es cuando se lustra de tintes filosóficos llamando padres del modernismo (pensamiento moderno) a Descartes y Kant ninguneando a otros grandes filósofos alemanes acusándoles de no ser mas que simples autores de aforismos cuando en realidad han sido los únicos que han dicho algo diferente de la cantinela al servicio de credos religosos.

Una de las barbaridades del viejo Kant es su estética trascendental. La estética no trasciende y cuando lo hace el resultado es incontrolable e imprevisible; significa, el color del cristal con que se mira de Quevedo. Es tan interior, que cuando sale materializado en obra de arte es tal la migaja que aporta al exterior que sólo sirve para que se la conozca menos y se la interprete peor.

Comprendo que la estética no puede quedar sacrificada a lo anterior y que se extienda al sentido matemático, a la ciencia de las formas y las relaciones, que es donde Kant se pregunta, bueno, no se pregunta, ataca de nuevo. ¿ Cuáles son los juicios sintéticos a priori en las matemáticas?. Yo contesto, muy fácil, son los que son exactamente; el juicio sintético a priori de algo que va a ser exacto y matemático, sí o sí, como se dice ahora. Es imposible o de estupidez cretina, que se pueda enjuiciar algo que va a ser inamovible: el agua moja, la luz alumbra, el que no come se muere; todo ello físicamente, ahora bien, si nos vamos a la metafísica de este alemán pequeñito y regordete –con ella- preñaremos a cuantos angelitos queramos.  La teoría filosófica huelga en lo que no es de este mundo. No se puede teorizar de lo que no se conoce y nadie ha visto jamás. 
Riza y riza el rizo cuando se ocupa de los juicios en la física, que es todo cuanto sabemos de las cosas, o respecto de ellas, comportamiento, reacciones, todo ello es objeto exclusivo de la física. ¿Hay alguna disciplina que sea más dependiente de la ciencia pura? Es la ciencia de las cosas.


Ahora viene su dialéctica trascendetal, reverencial diría yo, de ese miedo apurado a enfrentarse con la iglesia; sus protectores; que también por su lado “perfeccionaban” un cielo teórico en ese raro y malamañado ser o no ser que, ellos dicen que es. Necesitaba vender libros; tratando la metafísica es donde se le ve más perdido, tuerce el brazo, lo endereza de nuevo, lo vuelve a torcer, vuelve a enderezar, en fin, “le vende su alma a Dios” y se convierte en un tormento para sí mismo y para el que le lee. Creo que de esta parte; parte la salvajada que se dice que con Kant comienza la gran reducción del pensamiento. Si la obra de Kant es una reducción, por favor, no me muestren su pensamiento al total; voy servido. No estoy con el pensamiento que se reduce a fórmulas (pensamiento reducido); estoy con el caballo volador; nombre que le diera a su propio pensamiento a poco empezar a usarle, Bécquer.

Las personas cuando entienden alguna explicación normalmente se callan porque están pasando al disco duro lo que han oido, pero, cuando no entienden ni papa es cuando dicen incoherencias o lo primero que se les viene a la cabeza... se pisan la palabra y poco a poco van poniendo la voz en grito, hasta que obligan a cambiar el canal; esto ha sido siempre así.

Los grandes golpes de Kant los nombran sus correligionarios con la historicidad propia de los fanáticos del fútbol, cuando hablan de un gol casi imposible que metio un jugador de su equipo desde más atrás de medio campo hace a lo mejor veinte años. Dicen que tuvo Kant ideas fulminantes que lo transtornaron todo, en lo de transtornar estoy de acuerdo. A mí no  me ha trastornado mucho, más bien me ha asombrado su juicio sintético a priori en general y, por lo tanto que en la estética transcendetal sean posibles. Que el tiempo y el espacio no son una propiedad de las cosas sino una propiedad del sujeto.  Lección al canto: casi todos los que por grandes hombres fueron tenidos es porque les pagaron palmeros a aplaudir y la ayuda inestimable de emparentar estudio con la biblia y Aristóteles. Lo dijo la biblia; lo dijo Aristóteles y quedaba cualquier razonamiento anegado (zanjado).
¿Usted cree que estos extremos ñoños son para tirar voladores; cosas que se le pueden ocurrir hasta a un muchacho?. ¡Hay que ver lo que condiciona el arropamiento, protección y propaganda que se inició hace dos siglos por sus iguales al aupar juntadas sus “ideas” no de este mundo!.

  Me es necesario pasar sin comentar no ya aspectos, sino enunciados a chorros contenidos en la obra de Kant como: “...el espacio no surge de ninguna experiencia”; “... el espacio no es un concepto obtenido por deducción”; ”...la intuición del espacio es la condición inevitable de nuestro juicio sintético a priori”;  tampoco quiero entrar a decir nada respecto a que se ha demostrado que los juicios sintéticos son en realidad juicios analíticos; esto lo sabe cualquiera. No aguantaré por lo mismo, el desmoronamiento de algo que se debió desmoronar al nacer. 

No se puede andar jugando y poniéndole categorías a la razón pura. Si se quiere hacer un tandem razón-conciencia o viceversa, dándole “pureza”, esencia, a algo como la conciencia que crece y deccrece según multitudinarios factores. Categorizar la razón es poner puertas al campo. ¿Qué es la razón pura?. Esto me suena a algo así como el árbol de la vida, del bien y del mal, o al fruto prohibido que solamente probó Adán. ¿Porqué no se atrevió a decir que la razón pura es la razón teológica, siendo que es la que era su convicción? Presunta y acaloradamente.

No contaré tampoco la barbaridad siguiente: “la verdad más profunda del siglo en que vivió Kant  la encontramos en Kant mismo, sin quien sería imposible conocer el desarrollo de la conciencia a través de los siglos”. ¡¡Ahí queda eso!! Sin embargo, digo  ¡¡hay que fastidiarse (joderse, y, no se ponga a perdonar por ese pizco)!!.

Dice como una gran cosa que “sólo la correlatividad  del objeto y del sujeto puede formar una realidad”;  suponiendo que no esté equivocado, esta obviedad deja con la boca abierta hasta a un maestro barbero como yo.

Dice que: “... nuestro saber referido a las cosas se expresa mediante juicios”. ¿Cómo si no?, pero, bueno; aunque es una obviedad mas entre muchas, es tolerable, por la inconmensurable variedad de juicios; me pregunto sin embargo: ¿por qué despreció tanto a sus lectores?, ¿es que escribió sólo para Pedrito Ruiz?.

Estos anteriores puntos son sólo lo que más me ha llamado la atención y como colofón, para ir terminando, sólo señalaré el gran filón, tentador filón, que se ofrece en bandeja, a saber, la apropiación de Kant de los juicios de la lógica de Aristóteles.  

Prevalecerán los ríos, los mares y casi todas las montañas, pero, los montajes humanos los derribará el tiempo sin remedio ninguno y ¿saben por qué? Porque todavía quedan cinco mil millones de años ¡casi ná!  Mientras las personas hagan leyes para reprimir, e incluso abortar sus instintos, pasiones naturales inherentes; estarán sometidos al riguroso azote de los afloramientos de doctrinas de la más distinta índole para hacerles cautivos o deshacerles libres.

“La sed de libros échala a un lado para que no mueras refunfuñando; sino verdaderamente reconciliado y agradecido de corazón a los dioses” (Marco Aurelio). ¡¡Ojalá me hubiese enterado a tiempo!!

Hoy no nos lo piden tan clara y contundentemente. Hoy nos escenifican el montaje en una atmósfera subliminal cacareando enseñanza como si fuera digna de un solo voto e imponiéndonos la metafísica celestial como obligación. No cabe duda; este montaje parece gozar ahora de más salud que nunca y que subsistirá durante milenios ante lo cual, lo único que nos queda reconfortante es saber fehacientemente que no hay nada eterno. Como para cada uno habrá un día en que no amanecerá bajo todos los multitudinarios diferentes aspectos. La muerte no es un poquito nada mas, o la puntita nada más. Le llegará también al mundo que nos soportó; por consiguiente nos redimió; haciéndonos pagar matándonos Él. El globo terráqueo sí, ha de encontrar un hueco cuando muera por ser tantas almas “que ni se moverán de aquí merced a ese gran polvo, por el que nació cada una de ellas y así duró toda una vida: su vida.

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