La Muerte

 

Por Luis C. García Correa   

La muerte, el final de la vida. ¿Qué final y cómo?

¿Qué necesito decir? Trataré de decirlo.

La muerte debe de ser el final terrenal y el comienzo de la eternidad.

Soy creyente y lo tengo clarísimo, sin la menor duda, mi fe. ¿Cuál es? Que existe Padre Dios y la muerte es el comienzo de la eterna contemplación de Padre Dios, la eterna vida con Padre Dios, que eso es el cielo.

Intento pensar y trato de entender a quien no tiene fe en la creencia de un Padre Dios, por ello pido disculpas si lo que digo no es correcto y espero me corrijan.

Pensar que la muerte es el final de la existencia personal, que ya no hay nada más, nada, es inimaginable. No nos hemos inventado de la nada, ni nos vamos a diluir en la nada.

Me educaron y grabaron el amor a Padre Dios y al ser humano por igual. Y así he intentado e intento vivir para ser consecuente. Ese motor ha movido y dirige toda mi vida. Trato de vivir y hacer de acuerdo a esa fe. He fallado muchas veces y no sé las que aún fallaré. Pero no me quitan la fe.

Mi esperanza en la feliz eternidad la voy fomentando. Pienso con cierta frecuencia acera de la muerte. Y cada vez noto, lógicamente, que me aproximo más a la muerte,          quizá a toda velocidad.

¡La eternidad! ¡Qué impresionante! ¡Y qué maravilla debe ser!

Por mis creencias, vivencias y obligación trato de ayudar informando, y esta es la razón que me mueve a tratar la muerte, algo tan importante y definitivo. En especial ahora.

Me voy a morir, trato de mejorarme para ayudar y ayudarme.

El tiempo que me queda deseo llenarlo tratando de ser consecuente, por eso usted es mi amigo, y vivo queriendo ayudarle, y que usted me ayude, que nos ayudemos.

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