La honestidad

 

Por Luis C. García Correa  

La honestidad no es patrimonio exclusivo de nadie, ni de ninguna  religión, o ideología, porque es patrimonio del bien y de la humanidad.

Sea creyente o no lo sea puede y debe ser honesto.

La honestidad es una necesidad para la felicidad y la libertad.

Una de las grandes y maravillosas vivencias humanas es vivir con honestidad.

La honestidad es uno de los grandes valores de ser humano, de la  familia, de la sociedad, la nación y del mundo entero.

La honestidad es la llave que abre puertas como las del trabajo, la  convivencia, la felicidad y la libertad, entre otras.

No se puede ser libre  ni feliz si no se es honesto.

Las crisis económicas, las guerras, la miseria… suelen tener el gran  componente de la deshonestidad. Son distintas formas de corrupción.

En donde impere por mayoría, de forma notoria, la honestidad es muy  difícil que exista crisis, yo diría que es imposible.

Si hay crisis, seguro que algún componente de la deshonestidad está  presente, también de forma notoria.

Creo que nos debemos preguntar -en donde me incluyo- lo siguiente: ¿intervengo, contribuyo, de alguna manera, en la crisis? ¿En qué aspecto de la honestidad estoy fallando?

 Quien se haga estas preguntas está en el camino correcto de vivir la  honestidad, y podrá ver y corregir los errores e ir hacia la santidad.

El valor de la honestidad es inconmensurable. No hay manera de pagarlo.

Tratemos, en todo momento, de ser lo más honestos posibles, para estar  en ese necesario y maravilloso camino que conduce a la plena libertad  y a la plena felicidad, para llegar a la santidad.

Tenemos que ser levadura en nuestra sociedad restableciendo el valor y  la vivencia de la honestidad.

Que el honesto sea la admiración y ejemplo de todos. Y que todos  seamos honestos por amor a los demás.

La ayuda es honestidad.

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