La Montaña de San Gregorio mutilada

 

Por Esteban G. Santana Cabrera  
El Ayuntamiento de Las Palmas de GC ha aprobado la reparcelación de Isla Perdida, exactamente entre los barrios de Piletas y Riscos Negros, lo que permitirá la construcción de cerca de 600 viviendas, un colegio y una zona de senderos en los espacios libres de ladera. Una superficie de once hectáreas con casi 39.000 metros cuadrados edificables y que está muy cerca del entorno protegido de Las Charcas de San Lorenzo, dentro del Espacio Protegido de Pino Santo. La Montaña de San Gregorio, espacio  que incluye lugares como El Talayón, Altos de San Gregorio y barranquera de Piletas ha sufrido graves daños desde que en 1995 el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria decidiera construir allí viviendas. A pesar de la lucha popular de colectivos organizados como el Grupo ecologista Atamarazayt puso en jaque la urbanización aunque no logró su paralización, pero sí que consiguieron  proteger el yacimiento de la ermita de San Gregorio como Bien de Interés Cultural (B.I.C), que incluye cuevas cruciformes, silos, canalizaciones varias y un espacio destinado a almogarén.

Este proyecto urbanístico anunciado por el ayuntamiento que a primera vista parece fantástico, no está ni más ni menos que en la Montaña de San Gregorio, un hito importante para los habitantes de Tamaraceite de todas las épocas, ya que aparte de ser un lugar que estuvo protegido por el PEPEN y de asentamiento aborigen, ha sido un punto de encuentro para muchas generaciones. Los vecinos de Tamaraceite nos preguntamos qué estudios de impacto medioambiental se han realizado para aprobar un proyecto como este en un espacio que hasta no hace mucho tiempo estaba protegido y que las sucesivas corporaciones han ido acotando, imponiendo el cemento al espacio natural. 


El Catálogo Municipal de Protección del PGOU de 2012 lo catalogaba de "Enclave de especial interés
medioambiental asociado a los valores de biodiversidad y paisajísticos conformado por un entorno de cardonal desarrollo en torno a unos 350 metros sobre el nivel del mar sobre la ladera oriental de los Altos de San Gregorio esta formación, caracterizada por la dominancia de Euphorbia canariensis. Esta "isla" de vegetación marcadamente xerófila, dentro del ámbito termófilo es producto de factores estrictamente abióticos al tratarse de una formación relíctica y no asociada, en ningún caso, a los usos del territorio. La pronunciada pendiente, que ronda en torno a los 40º, la ausencia de suelos y su situación en vertiente de solana, crea las condiciones óptimas para una mayor adaptabilidad de una formación con apetencias xéricas. El cardón (Euphorbia canariensis) es la especie dominante, especialmente en el estrato arbustivo, alcanzando alrededor de un 55% de recubrimiento y portes francamente sorprendentes en un entorno tan antropizado; sin embargo algunos ejemplares muestran señales de haber sido quemados. Igualmente, se trata de una especie que sirve de refugio de individuos más sensibles a la presencia ganadera, creando a su vez unas especiales condiciones ambientales que favorecen su desarrollo. De este modo observamos que se servían de la protección de los cardones: el balillo (Atalanthus pinnatus), la esparraguera (Asparagus umbellatus), el cornical (Periploca laevigata) y sorprendentemente una especie que habíamos asociado al ambiente del monteverde, el bicácaro (Canarina canariensis) del que, durante un transepto, sólo se ha constado la presencia de un ejemplar. El cardón (Euphorbia canariensis) ha sido incluido en la Orden sobre protección de especies de la flora vascular Silvestre de Canarias, en el Anexo II. Los individuos aislados de acebuche (Olea cerasiformis) que se desarrollan en este área son indicadores del dominio bioclimático termófilo".

Pero vamos a conocer un poquito más este lugar, que seguramente hemos visto en más de una ocasión al paso por la Circunvalación o desde el área comercial de Tamaraceite Sur. Desde tiempos prehistóricos Tamaraceite ha estado muy influenciada por el hombre por ser un lugar de vital importancia agrícola y ganadera dentro de la isla de Gran Canaria, como así recogen diferentes historiadores. La población aborigen se asentaba principalmente en lo que hoy conocemos por “La Montañeta de Tamaraceite” y prueba de ello son las innumerables cuevas que existen en la zona y que sirvieron de vivienda a nuestros abuelos, hace apenas 50 ó 60 años. Pero la zona fue foco de otros asentamientos, donde se han encontrado restos de construcciones y necrópolis: Los Dragos, Los Giles, Lomo los Frailes, Rugayo, Las Cuevas del Rey y también en la Montaña de San Gregorio. Este último yacimiento se encuentra en un antiguo camino que llevaba a la gente en ruta hacia Teror. En uno de sus márgenes se levantaba una ermita del S.XVI de la que sólo quedan restos de sus muros ya derruidos junto a unos "mamotretos" en una zona hasta hace pocos años protegida, y donde el Ayuntamiento ha aprobado recientemente un proyecto para su "reconstrucción".

San Gregorio es un enclave de una gran riqueza paisajística y botánica. Esta loma que podemos ver desde el nuevo centro comercial Alisios, tiene una altitud de 441 metros, una pendiente en torno al 40% y limita al Sur con el barranco de San Lorenzo, al Este con el conjunto de embalses que forman las Charcas de San Lorenzo, al Norte con el barranco de Jacomar y un afluente del barranco de Tamaraceite y al Oeste con el barranco de La Morena. Desde ella se pueden ver los conos de las Isletas, buena parte de la ciudad y del valle de Tamaraceite y San Lorenzo.

Según Boucart (1933) los materiales de Los Altos de San Gregorio son basaltos procedentes del Mio-Plioceno. Para Vicente Araña y Carracedo tienen una base visible de fonolitas y sobre ellas discurren coladas Pre y Roque Nublo. Fuster coloca, en la zona inferior, materiales del Ciclo I Antiguo (13,9 y 8,7 mill. de años). Teniendo en cuenta las aportaciones de estos autores, hemos llegado a la conclusión de que nos encontramos un primer sustrato de fonolitas con incursiones de coladas de la serie Roque Nublo. Estos materiales dan lugar a una geomorfología propia de relieves fonolíticos, estos son, estructuras diaclasadas en las paredes, unida a una forma piramidal del conjunto debido a la gran viscosidad de sus coladas, que formaron potentes apilamientos de materiales que sobrepasan los 450 m. De ahí su forma peculiar.

Al actuar los procesos erosivos sobre estos grandes apilamientos de coladas, se han originado unas formas características que definen la unidad. A esto le podemos unir una pequeña red de barranqueras que sólo se activan en determinadas épocas de grandes lluvias, lo cual provoca caída de bloques y pequeños conos de derrubio. El tono gris y violáceo de los Altos de San Gregorio nos manifiesta la importancia de los procesos de meteorización que se dan sobre estas coladas.

Los procesos erosivos y de deterioros paisajísticos que más le han afectado han sido, en primer lugar el sobrepastoreo al que ha estado sometido, existiendo un cortijo llamado de San Gregorio (J. Vicente Rivero Quintana) quedando la zona casi esquilmada de toda vegetación potencial (cardones, tabaibas, palmeras y acebiños), estando compuesta en la actualidad por pastizales (gramineas y hierbas), cardones, tabaibas, acebiños y verodes.

La Montaña de San Gregorio fue testigo de la persecusión de Pedro de Vera a Doramas, "señor de
aquella montaña fresca, y amena" siendo derrotado el guerrero canario por estos lares "Formando un cuerpo de tropa compuesto de 200 infantes y 50 jinetes; y saliendo del campamento el 30 de Noviembre de 1481 con dirección á Arucas, hasta que avistó su montaña, á cuyas faldas se dilataba un ameno valle, sembrado de muchos bosquecillos;..." 

Esta nueva urbanización situada cerca del barrio de Piletas, linda con la presa del mismo nombre, construida en  el año 1929 para aprovechar el agua que corría por el barranquillo,  y que se llamó La Presa de los Artiles, en referencia al apellido de sus propietarios. Llevó este nombre hasta que comenzaron a construirse las primeras viviendas de lo que hoy es el barrio de Piletas, en sus inicios, quizá debido a la gran anarquía urbanística de sus primeros trazados, se conocía popularmente como “La Ciudad sin Ley”, hasta que más tarde y ya de forma definitiva hasta nuestros días, adquirió el nombre de Piletas, posiblemente en recuerdo de la Cantera de la Pileta o del Barranquillo de la Pileta, existente en la zona.

Nuestra Montaña de San Gregorio ha sufrido un proceso de autoconstrucción que no ha sido controlado, surgiendo barrios como Isla Perdida, Las Suertes, Piletas y más recientemente la urbanización Ciudad del Campo. Más cemento y asfalto llega hasta nuestra joya de la corona que está dejando de ser fresca y amena y convertida en otra urbanización más que viene a asfixiar a este distrito de construcciones en detrimento de su patrimonio natural.

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