Homenaje a Florencito mañana a las 13:30 en la puerta de su casa

Florencio Rodríguez Santana recibe este sábado el homenaje de sus vecinos de Tamaraceite por el apoyo prestado a tantas familias desde el mostrador de su tienda de aceite y vinagre
Si algún regocijo me llevo para el más allá es que me han tratado bien. No me puedo quejar. Estoy satisfecho de todo". Florencio Rodríguez Santana, natural de Telde pero "hijo adoptivo de Tamaraceite", habla con conocimiento de causa tras estar toda una vida detrás de un mostrador de su tienda de aceite y vinagre. Mañana sábado a las 13:30 añadirá un galardón más a su currículum de buen vecino al recibir de sus paisanos un homenaje por el apoyo prestado a tantas familias en los tiempos en que todos los días había crisis.A Tamaraceite llegó siendo un chiquillo contratado por la familia Villegas. "Me daban por ayudarles en la dulcería la comida y la cena. Y el domingo me daban ocho pesetas -cinco céntimos- que valía el coche para bajar a Telde para que mi familia me lavara la ropa", cuenta. No se desprendió nunca más de un mostrador ni de Tamaraceite. La causa, su esposa, Teodora Angelita Diepas, a quien conoció haciendo cola en un circo. En 1951 abrió una tienda de aceite y vinagre en la casa de su suegro, donde hoy sigue viviendo, tras chafársele un negocio en el que invirtió parte de los 100 euros que ganó un par de años antes con el tercer premio de la Lotería de Navidad. Allí vio pasar su vida y también la de sus vecinos de Telde hasta que se jubiló hace 16 años y decidió echar la cancela. Ninguno de sus tres hijos se quiso quedar con el negocio familiar."He trabajado mucho, y mi mujer igual. Siempre me gustó", dice este hombre curtido entre las cartillas de racionamiento, la escasez y el estraperlo. Un oficio del que nunca participó porque aprendió a ser "honrado". Ese buen comportamiento como comerciante lo tuvo también como vecino, ayudando a las muchas familias que sin recursos económicos se acercaban a comprar. "Nadie se iba de mi tienda sin comida si alguien entraba y decía que no tenía para pagar", cuenta mientras se ríe al recordar cuántos vecinos dejaron cosas a deber.Al homenaje faltarán su mujer y uno de sus hijos, pero le apoyarán sus diez nietos y sus ocho bisnietos, dos de ellos "en camino", y su amplia clientela.

Fuente: La Provincia