Nací y vivo en Gran Canaria

Por: Luis C. García Correa
Los que hemos sido engendrados, nacidos y criados, así como los que vivimos, en Gran Canaria somos unos privilegiados, y, por ello, deberíamos estar, constantemente, dándole gracias a Padre Dios, a la Santísima Virgen del Pino y a nuestros padres por haber contribuido a este inmenso don que nos proporciona una enorme felicidad.
Tenemos y debemos ser conscientes del deber que se contrae y de los derechos que se nos dan por haber nacido en isla de Gran Canaria.
El deber de servirla y el derecho a vivirla.
Tenemos que darnos cuenta que vivimos en un paraíso, o algo muy semejante.
Somos unos afortunados, y lo somos, al principio sin nuestra colaboración, sólo tenemos que aportar la dicha de haber nacido aquí; crecimos con la ayuda inestimable y el cariño de nuestros padres y, en mi caso, también de mis abuelos. Y, ahora ya, somos nosotros los responsables de nuestras vidas y de lo que hacemos con ella, y que tenemos que poner en primer lugar, junto a otras cosas querer, apasionadamente, a nuestra bendita tierra.
No me cansaré de repetir lo importante que es, y que hay que transmitírselo a nuestros hijos y nietos, no sólo el haber nacido aquí, sino el haber sido educado aquí.
No se puede tener una vida feliz si no hemos sido educados.
Por eso esa gran, enorme y dichosa responsabilidad que tenemos los padres y abuelos de contribuir al llevar y repartir, los valores éticos y religiosos, especialmente religiosos, y que sean captados y vividos por nuestros hijos y nietos, para que vivan felices y con el complemento de vivirlos en la maravilla de nuestra isla de Gran Canaria.
Deberes y derechos. No olvidar que por cada derecho hay un deber, y por cada deber hay un derecho.
Tengo el derecho a ser feliz, y el deber de corresponde y sembrar la felicidad.
¿Cómo?
Simplemente: COMPARTIENDO, PARTICIPANDO.
Y ¿Compartir y participar en qué?
La dicha de haber nacido aquí; ser hijos de unos buenos padres y compartir con la familia, los amigos y con la comunidad nuestra felicidad y la de ellos.
Lo tradicional y reconocido por mucha gente es que aquí siempre, se ha educado en el amor y el respeto a los demás como base y fundamento de una eficaz educación.
Hemos educado a nuestros hijos para que sean “buenas personas”, que actúen como buenos ciudadanos: queriendo y respetando a nuestro prójimo, y queriendo a Padre Dios y a la Santísima Virgen del Pino.
¿Compartir, qué más?
Compartir esa responsabilidad que debe ser de todos, de agradecer y respetar a nuestros padres, a la vida y a la educación recibida. Respetar nuestras creencias, especialmente, religiosas, agradeciendo a Padre Dios y a la Virgen del Pino que, viviendo alegres, seamos felices por pertenecer a una familia, y además una familia de Gran Canaria.
Nací en Gran Canaria, y en Gran Canaria quiero vivir.
Nací en Gran Canaria, y en Gran Canaria quiero morir.
Por todo ello cuidaremos de nuestro entorno.
Exijamos que se desarrollen las energías renovables, para así conservar el paisaje y sus bellezas naturales.
Cuidaremos de nuestras calles y plazas.
Oigamos a nuestros vecinos y le ayudaremos en todo lo que podamos.
Admiremos y cuidemos nuestras múltiples bellezas, tanto personales, naturales, y monumentales.
Así seremos lo que siempre hemos sido: buenos ciudadanos porque somos buenas personas y hemos nacido y nos ha tocado vivir en nuestra Gran Canaria.
Como siempre: de nosotros depende, y a ello dedicaremos los mayores esfuerzos y lo haremos con el mayor cariño porque somos lo que somos: grancanarios bien nacidos.



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