La convivencia

Por: Luis C. García Correa y Gómez
No cabe duda que la convivencia no es fácil, se necesita una voluntad firme, férrea de desear convivir con los demás.
Hay quien dice que el convivir en un arte, y que hay quien no conoce las reglas de ese arte, o que no han nacido con predisposición para ser personas de convivencia; hay otros que dicen que están los que sabiendo sus reglas no las ponen en práctica.
No creo que el mundo de la relación con los demás sea espontáneo. Creo que es algo que hay que aprender. Y donde más fácilmente se aprenden las reglas que rigen la convivencia es en el ambiente familiar.
Por eso es tan necesario enseñar a los niños, desde pequeños, como son las relaciones sociales, y cuáles son sus normas de comportamiento; así las van asimilando y eso les permite integrarse, con facilidad y sin traumas en el mundo nuestro, de los mayores, de los adultos.
Pero ese aprendizaje, yo creo que tenemos que seguir aprendiéndolo a lo largo de nuestras vidas, no es una cosa sólo los niños; puesto que hemos de aprender a convivir en la escuela; después en el trabajo. Incluso es distinto convivir con la propia familia que con la familia de la esposa o del esposo.
Es bueno e incluso necesario que nos paremos a reflexionar, de vez en cuando, sobre nuestra propia conducta, nuestra forma de comportarnos con los distintos grupos con los que nos rozamos en la convivencia.
Hay que ser naturales en el trato con los demás, pero no creo que sea bueno comportarse siempre con plena espontaneidad; lo que si hay que ser es sencillo. El exceso de espontaneidad puede llevar a decir todo lo que se nos ocurre de los demás, como: “por qué al hablar repites tantas veces ´y entonces, ´y entonces…´. La espontaneidad en la convivencia puede herir porque se dicen cosas que no agradan en público. Por eso no se debe confundir con la sencillez, que es hablar sin mentir, pero no diciendo o juzgando de cosas que pueden molestar.
No parece que sea bueno actuar “porque yo lo siento así”, o “porque yo lo pienso así”.
Los humanos tenemos muchas cosas en común, que facilitan la convivencia, y unen a la gente. En los creyentes, además tenemos un mandamiento que sirve para facilitar la convivencia –“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”-.
La meta es para todos la misma: ser felices, y lo tenemos que conseguir con el gran lazo de unión de las creencias religiosas, que al practicarlas también hacen felices a los demás.
Los humanos somos seres sociales por naturaleza y necesitamos el relacionarnos los unos con los otros; y, para ello, tenemos que abrirnos a los demás, que es como decir tenemos el rasgo de compartir la vida con los demás.
Y a todo esto se oponen obstáculos que provienen de la propia individualidad, que nos estorban, y es, entonces, cuando se hace necesaria la reflexión que hemos dicho que nos conduce a la verdad y al bien, porque sin la verdad, ya no puedes fiarte de los otros, y la convivencia se hace imposible, porque se pierde la confianza.
Creo que muchas veces las razones de los fallos en la convivencia, o dificultades en la misma, suelen provenir de falsear las cosas por causa de medias verdades o mentiras más o menos maquilladas.
La verdad siempre nos hará más libres, pero sin ofender, lógicamente.
Por eso la verdad tiene que ir emparejada con el bien, que es tener esa disposición de ánimo de benevolencia para con los demás, que ayuda poderosamente a la convivencia.
El desear y el hacer el bien a los demás es el comienzo, y es el punto de partida y de llegada de la convivencia.
Si no hay ese deseo de querer para los demás lo mejor, la convivencia se convierte en una falsedad, y el convivir se hace difícil.
Con el anhelo de que todos contribuyamos con nuestros buenos deseos de querer para los demás lo mejor, porque lo mejor será lo que estamos tratando de conseguir que tengan los demás y se viva por todos ese ambiente positivo y alegre que haga feliz la convivencia, que llegará a ser lo normal.
En espera de ello les deseamos la plena felicidad en la mejor convivencia.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
"Vivir es convivir. Y convivir es un arte, al menos para
los humanos. Si nos guiáramos sólo por el instinto, como los
animales, si estuviéramos, como ellos programados a través de
nuestros genes, la convivencia entre nosotros sería infinitamente más
fácil, sería más o menos automática".

"De nada sirve el mas bello pensamiento, sino es seguido de un majestuoso acto"

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