El egoísmo, la familia y la naturaleza

Por Luis García Correa

En qué tengo puesto el corazón? ¿Cuál o cuáles son mis tesoros? ¿Cuál es el centro de mis preocupaciones? ¿Qué importancia tiene para mí el medio ambiente, la Naturaleza?
Los creyentes, ¿tenemos puesto el corazón en Padre Dios? Y todos, creyentes y no creyente ¿lo tenemos en el amor al prójimo? ¿Y en qué más?
Le ruego se haga, con toda sinceridad, estas preguntas.
La contestación definirá su actitud ante la vida: lo que le mueve, lo que define su comportamiento.
Creyentes o no debemos, - por exigencia moral -, poner nuestro corazón en todas las personas, esto es, en todos los miembros de la familia humana. Los creyentes también debemos ponerla en la vida sobrenatural, en Padre Dios.
Practicar el primer Mandamiento -“amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos”- significa cuidar y atender a nuestros familiares, a los más necesitados, luego a los amigos, a la Naturaleza y después a la comunidad.
La preocupación por los demás elimina el egoísmo. Se gana en generosidad y se encuentra la verdadera alegría. Es la realización personal plena. ¡Una maravilla!
La familia nos inspira. Es una escuela de hábitos buenos. Es el motor que nos ayuda a ponerlos en práctica. 
Si queremos, podemos ser levadura que vaya transformando, poco a poco, sin imposiciones, con paciencia, a los que viven con nosotros. Y éstos podrán transformar a otros. Y estos últimos a otros...
La familia es la pieza fundamental de la sociedad. Quizá por eso es la más atacada.
¿Qué hacemos para eliminar el materialismo, el hedonismo, el falso sentido de la libertad, de la independencia? ¿Qué hacemos para que las madres solteras  y casadas puedan tener, criar y educar a sus hijos?
Los padres, ¿nos preocupamos de ejercer y exigir el derecho de ser los educadores de nuestros hijos, con la ayuda de los colegios, pero sin ser suplantados por éstos?
¿Cumplimos nuestro deber de educar y preparar a nuestros hijos?
No existe poder alguno que nos exima de esta responsabilidad.
"¿Dónde están los que te di?" Ojalá podamos responder: No he perdido a ninguno de los que me diste.
¿Tenemos tiempo los unos para los otros? ¿O pasamos egoístamente?
¿Trato de olvidarme de mi mismo, para ver y oír a los demás? Contando, por supuesto, con que todos tenemos fallos.
¿Qué intereses llenan nuestros corazones?
¿Qué puesto ocupa la Naturaleza en nuestro ranking de prioridades?
El cariño sincero es el fundamento de la familia. El antídoto que anula el egoísmo
¿Cuántos actúan bien por lo que han aprendido de sus padres? Probablemente es lo que les ayude llegar al Cielo.
Un sacrificio de los no creyentes, y una oración de los creyentes, son hechos que fortalecen la familia, que eliminan el egoísmo, y que protegen a la Naturaleza.
Amor con amor se paga.
Y con amor se desarrolla la felicidad y se amplía la libertad.

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