“EL PESIMISMO Y LA TRISTEZA”.
Por Luis C. García Correa |
El pesimismo y la tristeza pueden llegar, si no obtenemos los
resultados apetecidos y esperados, a crear angustia y desazón.
Ser pesimista es quien ve al universo como la mayor de las
imperfecciones. Ser pesimista es quien juzga viendo lo más
desfavorable, lo más negativo, no encontrando solución.
La tristeza son sentimientos de aflicción, de pesadumbre o de melancolía.
El ánimo y la alegría son los estados del alma y del corazón que nos
benefician, al vecino, al familiar, al amigo, y a nosotros mismos.
El pesimismo amarga la existencia.
El pesimista esta siempre viendo la botella media vacía.
¡Cuando la vida es maravillosa!
La vida, de cada uno de nosotros es -no me cansaré de repetirlo- única e irrepetible.
Ni hubo, ni hay ni habrá quien viva mi vida, sólo y exclusivamente yo, y solo yo la viviré.
Mi vida y el vivirla son de tal valor que no existe cantidad para pagarla, pero sí existen hechos que la revalorizan y la llena de contenido: la fe, la esperanza y la caridad.
Con fe, con esperanza y caridad no existe el pesimismo y la tristeza.
Podrán existir situaciones problemáticas –unas creadas como
consecuencia de mis actos, y otras inesperadas –que siempre tienen
solución con mi honesta participación y la ayuda inestimable del
familiar, del amigo o de vecino.
¿Cree que hay solución personal al pesimismo y a la tristeza?
Por favor. Ayúdenos.
Díganos cómo. Mis ideas son solo una aportación, una parte, pero necesitamos el todo. Y el todo lo hacemos todos, con nuestra honesta participación, con la libertad y el amor a los demás.
El vivir es maravilloso. Es el tiempo de encuentros y desencuentros, pero no de pesimismo o tristeza.
Tiempo de hacer el bien, deshacer el mal y repartir la honesta participación para tener la plena felicidad y la plena libertad. Pero siempre sin pesimismo ni tristeza.
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