¡El coche!

Por Luis C. García Correa
El coche se ha convertido en el opio del pueblo.
Quien no tiene un coche se siente un desgraciado.
Hay quien adquiere un coche después de muchos sacrificios personales y familiares. Vive agobiado por los costes de mantenimiento, pero sigue con el coche.
El coche es uno de los mayores contaminantes: un destructor del hábitat natural.
Se calcula que circulan mil millones de vehículos cada segundo del día, del mes y de los años.  La contaminación es, por tanto, aplastante y tiene unos efectos desastrosos, con coste de vidas que jamás se recuperarán.
¡Que se lo pregunten a las Islas del Caribe y a los Estados Unidos!
Hay quien dice que no cree en el cambio climático. En Estados Unidos y en las Islas del Caribe están bajo las aguas y no se sabe por cuánto tiempo, ni la cuantía de los daños causados. Se han perdido vidas humanas.
Los propietarios y conductores de coches tienen una responsabilidad y una culpabilidad personal y universal. No se las quita el vivir despreocupado, o pasota: !ahí me las den todas¡
Los propietarios de coches y los conductores están atacando a sus propias vidas, a las de sus familias, al Planeta Tierra en su conjunto, nuestro necesario e insustituible hábitat natural.
Huracanes de 300 kms por hora, uno detrás del otro, y de la máxima categoría, la 5. Lo nunca visto y vivido.
Lluvias torrenciales en minutos, inundando lo necesario para vivir. Muertes.
Un matrimonio con 2, 3 o 4 miembros de familia, y con escasos recursos, tienen dos coches como mínimo. Algunos uno por persona. ¡¡¡Espantoso e inaudito!!! Y siguen con el coche.
El ser humano esclavizado por el coche se está convirtiendo en un malabarista y en un enemigo de la sociedad. Estiran el dinero sin necesidad, quitándole bienes, y puede que hasta necesarios a la familia, pero tienen el coche sin necesidad. Sacan de donde no hay, para tener lo que no es necesidad.
¿Quién puede parar esto? Vamos, certeros y a toda velocidad, a la autodestrucción. Y todo no sigue igual: sigue peor.
¿Cómo demostrar y convencer del daño que se están causando, el que le están causando a sus familias, vecinos, ciudadanos y al mundo entero? No lo sé.
Viviendo, encima, amargado por los gastos innecesarios y por gusto.
Por favor ¿hay alguien que me puede indicar qué puedo y qué debo hacer para parar este desastroso holocausto?
Hemos luchado durante siglos para tener libertad y vivimos la mayor de las esclavitudes que ha vivido la humanidad.
Hay lugares que para ir hay que dejar el coche en un aparcamiento y coger un taxi para que lo lleve al destino y regresar. (No necesita explicación ni aclaración).
Creo que no es necesario seguir insistiendo en el disparate y sacrificio de tener un coche para, encima, dañarse y dañar a los demás.
Solo añado: Por favor: “Hagan, sumen los gastos mensuales y ya me dirán”
Comprueben cómo han sido engañados y se lo han creído, con el agravante que siguen con el coche y sin tener felicidad. Pero tienen el coche.
Dejé de conducir cuando me hicieron ver que estaba contaminando. Aparqué mi flamante Mercedes y nunca más he vuelto a conducir, ni conduciré. Ahora soy una persona más feliz. Los gastos, problemas del tráfico - y no digamos tropezar con un maleducado- son hechos que ya no vivo.
Ahora ahorro dinero e incremento la salud propia, familiar y del mundo entero, y coopero a aumentar la felicidad personal y social.
“¡Verá cosas que nunca había visto y por las que pasaba todos los días!”
Ahora tengo una gran cantidad de amigos taxistas que siempre me enseñan y aprendo algo nuevo. Son las esponjas de la ciudad. Van absorbiendo todo lo que le decimos los clientes. Y nos llevan de puerta a puerta.
Los taxistas son una maravillosa necesidad personal y social. Contribuyen a reducir la espantosa y aterradora contaminación. Y aumentan la felicidad.
¿Cómo convencer de que la felicidad no está en tener, sino en disfrutar las bellezas de la vida y compartir la vida con los demás?
¿Cómo convencer de que tener un coche no es la felicidad, sino todo lo contrario? No lo sé, pero seguiré intentando ayudar a comprender el daño que se están causando los propietarios de coches y el que nos están haciendo a los demás.

¡¡¡Ahora es usted el que decide!!!” Y nadie más.

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