¡Luchar por la libertad !

Por Luis C. García Correa
Luchar por la libertad debe ser la obligación de todo ser humano.
Después de nacer se vive para y por la libertad. El creyente reconoce que es por la gracia de Padre Dios. El no creyente por la fe y convicción que profesa.
“¡Ejercer la libertad y nunca descansar!”.
La libertad nos hace personas libres, dignas, capaces del bien y del mal, responsables de nuestros actos, merecedoras de recompensa o de fracaso, capaces de mérito por nuestros actos, capaces de amar y de dar la vida por la propia libertad y por los demás.
“¡Nacimos para luchar!” “¡Y debemos morir luchando!”
“¡La vida no tiene sentido ni calidad ni valor si no se lucha por la libertad!”
Luchar por la libertad nos hace personas humanas capaces de vivir con honor, lealtad y honestidad.
Sin libertad la vida se deprecia, disminuye mucho el valor necesario para vivirla con felicidad. Sin libertad no hay actos humanos, no hay mérito, y no hay felicidad.
“¡Con la muerte natural, se acaba la libertad!”
“¡Vivir sin libertad anula todo lo que hagamos!”
La racionalidad es el fundamento de la libertad, pero los creyentes necesitamos, además, saber que existe ese gran amor de Padre Dios y a Padre Dios.
Supongo que para los no creyentes la racionalidad también fundamenta la libertad, la vida natural y racional del ser humano, como ser viviente que se es, con alma –inteligencia y voluntad- y corazón, pasión.
Supongo que nadie duda de la existencia del alma. Puede que otros la llamen el espíritu, el raciocinio, la imaginación creativa, el poder de decidir y hacer, y no sé cuántas cosas más.
“¡Démosle el nombre que creamos: el alma –así la llamo yo- impulsa y dirige la voluntad, el entendimiento y la capacidad de discernir y de elegir entre el bien o el mal!”
Nacimos por un hecho físico, del amor de nuestros padres, y con un algo que no tiene explicación material. Y por tanto no es material. A eso le llamamos alma. Y es el centro que constituye nuestra vida humana. Cuando ese centro se pierde el hombre muere y se disgrega.
El espíritu, el alma, nos inclina a un camino natural, como es tratar de ser libres y felices en compañía de los demás.
“¡Luchar por la libertad y la felicidad es un instinto natural!”

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