A los delincuentes con miedo al diablo les desala el pecado

Por Antonio Domínguez
…para animalizar al hombre y convertirlo en una fiera para la guerra se inventaron los poderes en un acuerdo sin verbo, religiones y conceptos: iglesias, mezquitas y pagodas; honor, dignidad, la patria; envueltos estos y todos los conceptos en general, en la bandera gigante, enseña del pecado; que ya mata sin cometerlo, porque observarlo es la muerte en vida: es un sin vivir que no deja vivir; cuando es mentira marrana que Dios acecha para pegar un tiro al que se equivoca; imputándosele maldad de la que no sabe una palabra, en la bondad del que es infinitamente bueno. 

Se llegó a imponer severos castigos al adulterio -que al igual que al “pecado original”, que yo le llamo traidor por inevitable y por atacarte sin contemplación; cuando recién parido no te puedes defender-, al que dieron rango de pecado al solo efecto de desafiar a los hombres a vulnerar lo “demoníaco“, que tal es el aliciente que despierta en lo humano el mas mínimo vestigio de aventura en lo prohibido. La desobediencia es atractiva como un imán y entrena el corazón a ponerlo duro como una piedra, incitado este, y hasta excitado, a cubrir todas las mujeres del bando perdedor, violándolas: es entre otras muchas contribuciones lo que ha ayudado, y mucho, a estropear, mancillar, desmaquillar, despeinar, ensuciar y hasta infectar la raza humana: que es exactamente lo mismo que su genética. ¿¿Cuántos seres humanos habrán nacido producto de esas barbaridades a través de la historia?? Cuyos genes -nadie podrá negar- han trascendido a nuestro tiempo. Las propias prohibiciones; tener a los hombres aun hambrientos del otro pan de la vida que lo es el sexo, por absurdas directrices de todas las religiones; el vicio irrefrenable del hombre de sentirse arrastrado por lo prohibido, todo ello, hay que tenerlo muy en cuenta para no hundirnos cuando somos testigos de deslealtades, traiciones, falsedades, crímenes de toda etiología, pillajes, etc. 

Todos los efectos de la prohibición, estudiados han sido, y manipulándoles, se han orientado esos estudios a las consecuciones de los efectos, también estudiados a priori. Se quiso conseguir crías de hombre llegados a la rebeldía por la desobediencia a que le orquestaron con diabólica batuta y de mujeres teledirigidas a la concupiscencia: solo por prohibírsela; orientado ello a la desbandada; a obtener una numerosa clase sub. Para hacer de ellos las mas rebeldes “jaurías de perros” de defensa o ataque, o como mínimo, conseguir soldados crueles y sanguinarios. 

Una de las paradojas; el gran muro por saltar -aun- por la humanidad, constituido por el azote de las religiones, es un problema tremendo, no de difícil solución, sino, sin solución ninguna. La formación no se compra en el supermercado, luego, ¡existe! … pero en una minoría de mentes claras a las que no hace falta ninguna amedrentarlas con el ridículo diablo, porque la educación obra en si misma a conducirse con dignidad. No se logrará auto-timonear la humanidad hasta que sus redes neuronales no sean expeditivas a titulo general. 

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