Tamaraceite mantiene sus tradiciones

Por: Esteban G.  Santana Cabrera

Arrancaron las fiestas patronales de Tamaraceite 2019. Últimamente por estos lares no es que estemos para muchas fiestas, ya que lo que es Tamaraceite, el histórico, no ha visto el progreso. Y le llamo progreso a unas calles dignas, un paisaje urbano decente, con alcantarillado renovado y canalización de aguas pluviales, etc, etc... Echamos de menos ese plan que tiene el Ayuntamiento de rehabilitación y del que no se sabe nada. A pesar de todo, San Antonio Abad sigue atrayendo y movilizando a la gente de siempre de Tamaraceite. Y aunque este año no hay "fiesta civil" por decirlo de alguna manera, ya que la burocracia y el mal llamado progreso, pone cada vez más impedimentos para que la gente se reúna, algunos vecinos se resisten a que esta fiesta de tanta tradición popular se vaya perdiendo poco a poco. 

Y cómo no, Tamaraceite tuvo su pregón, y este año pregonera. En esta ocasión estuvo a cargo de Esther Cabrera, vecina de Tamaraceite, catequista y maestra jubilada. La sexta de nueve hermanos. Hija de Salvador Cabrera y de Consuelo Santana, mujer de gran fe y que le inculcó este gran valor a toda la familia. Ella lleva grabado a fuego el gran valor de la familia unida,  y por ello las palabras del Papa Francisco creo que son fiel ejemplo de su vida en el ámbito familiar: “Cuando nos preocupamos por nuestras familias y sus necesidades, cuando entendemos sus problemas y esperanzas, cuando sostienen la familia, sus esfuerzos repercuten no sólo en beneficio de la Iglesia; también ayudan a la entera sociedad”. 

Esther Cabrera ha sido una mujer muy comprometida a lo largo de su vida a nivel profesional que culminó como docente en el Colegio Adán del Castillo donde fue maestra durante más de 30 años y por cuyas aulas pasaron muchas generaciones de alumnos y alumnas de Tamaraceite y de sus barrios limítrofes.  Llegó al colegio de la mano de Don Juan Roque como director para ser profesora de Religión en la segunda etapa y todavía recuerdo como llevaba a los niños los sábados a formación al frente del cual también iba el Padre José Antonio, que intentaban conectar la catequesis con las actividades escolares.

En el colegio Adán del Castillo pasó casi toda su vida profesional pero su actividad no terminaba al finalizar las clases. Las tardes las dedicaba a la parroquia, donde ha desarrollado su labor como catequista, hasta ahora, y compaginándola con su actividad pastoral en la Parroquia del Corazón de María al ser miembro de la comunidad  neocatecumenal.

Esther Cabrera ha sido y es una persona muy cercana a la parroquia de Tamaraceite y ha conocido y ha trabajado con muchos de sus párrocos como  D. Pedro Castellano, D. Ignacio Domínguez Domínguez, D. Luis García Marrero,  D. Manuel Acosta Henríquez, D. Olegario Peña Vega, D. Jesús Vega Mesa, D. Cristóbal Déniz , Don Jorge Martín y ahora con Don Víctor Domínguez. A lo largo de los años hemos podido escuchar pregoneros que han sido monaguillos, periodistas, escritores, empresarios y personajes relevantes de Tamaraceite, pero los catequistas han sido y son la cara oculta de la parroquia, esos que hacen una labor primordial de preparación a los sacramentos y por cuyas manos hemos pasado muchos niños y niñas.

Tamaraceite se resiste a perder sus fiestas patronales y algunos tratan de poner su granito de arena para que este acto popular no se olvide. Las fiestas son la esencia de los pueblos, porque en torno a ellas y a su santo patrono se unen los vecinos y las personas que no viviendo aquí, se sienten parte de este lugar, por motivos familiares, emocionales o vivenciales. Como vecino de Tamaraceite les invito a que nos acompañen en los actos religioso-populares como la Bendición de los animales, la solemne función y  procesión del santo y posterior reparto de los bizcochos lustrados de Tamaraceite, esos que a Don Benito Pérez Galdós les gustaba tanto y a los que hizo alusión en sus escritos. 

Por ello, y a pesar de todo, del progreso, de la burocracia, del desarraigo, del desánimo, del abandono, de las colas y de todas esas cosas que nos vienen a la cabeza, yo continúo entonando:  ¡Viva Tamaraceite! ¡Viva San Antonio Abad!, pero sobre todo ¡Vivan los vecinos que no la dejan morir en el olvido!

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