Entierro justo para los represaliados del pozo de Tenoya tras 82 años de espera

LPDLP. "Hoy enterramos a catorce demócratas que lucharon por conseguir la libertad", exclamó con lágrimas contenidas Pino Sosa, presidenta de la Asociación para la Memoria Histórica de Arucas (AMHA) e hija de José Sosa Déniz, latonero de Las Chorreras que fue asesinado el 19 de febrero de 1937 por partidarios del régimen franquista junto a otros vecinos del municipio.

Sus huesos fueron rescatados hace dos años del interior del pozo de Tenoya y ayer pudieron reposar en paz en el cementerio municipal, en el mismo panteón en el que se instalaron los 24 represaliados de Llanos de las Brujas en el año 2010.


El homenaje tuvo lugar ayer en la plaza de la Constitución del municipio aruquense, en donde se reunieron unos 70 familiares de las víctimas (que se trasladaron desde diversos lugares de la Isla, la península e incluso de países extranjeros como Francia o Estados Unidos) para asistir al velatorio público.

Asimismo, también quisieron mostrar su apoyo algunas personalidades políticas como Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, Ángel Víctor Torres, vicepresidente del Ejecutivo Insular y secretario general de Partido Socialista en Canarias y Larry Álvarez, consejero de Cultura por el Partido Popular en el anterior mandato y uno de lo impulsores de la búsqueda de las víctimas de la represión en el pozo de Tenoya. También se presentó el alcalde del municipio, Juan Jesús Facundo, y el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, entre otros personajes públicos.

Pasadas las diez de la mañana, tres coches fúnebres aparecieron por la plaza portando los 14 féretros de los republicanos asesinados. Cada uno de ellos fue abatido por uno o dos tiros en la nunca y lanzados a la profundidad del pozo de Tenoya, según confirmaron fuentes oficiales tras su descubrimiento.



Identificados

Domingo Gómez, jornalero; José Sosa, hojalatero; Francisco Santana, presidente de la sociedad; Lorenzo Santana, albañil; Pedro Roque, albañil; Juan Torres, obrero agrícola; Miguel Sánchez, portero. Estos son los nombres de las siete víctimas que pudieron ser identificadas por la relación del ADN con sus familiares, pero aún la mitad espera poder ser reconocido. José Pestano, genetista que relacionó los huesos con sus familiares hace apenas un año, reconoce que el laboratorio de genética forense del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas posee un banco de datos genéticos. "Tenemos registrados unos 150 familiares, pero de los cuerpos óseos sin identificar no hay suficientes datos y por eso debemos esperar a que aparezcan más familiares y completar el reconocimiento", aseveró.

Durante media hora los asistentes pudieron mostrar su respeto a los familiares, que se sentaron frente a los ataudes (cubiertos por banderas republicanas y decorados con rosas de color blanco), y firmar en un libro expuesto con la intención de que los que quisieran dejaran por escrito un gesto de respeto y recuerdo a los caídos. "Este acto es una búsqueda de la verdad y de justicia recuperada", afirmó el secretario del AMHA, Gregorio Arencibia, unos minutos antes del traslado de los restos óseos al cementerio de Arucas. "Hacemos esto porque no queremos que este horror se vuelva a repetir jamás", aseveró con serenidad.

Sobre las 11.30 horas, los ataudes fueron transportados hasta el cementerio municipal. Más de un centenar de personas desfilaron hasta el camposanto en silencio, como muestra de respeto y de cariño hacia los restos de las personas asesinadas. Una vez allí se procedió a enterrar los cuerpos óseos junto a los represaliados asesinados en Llano de las Brujas, en el Panteón de los Desaparecidos.

Los llantos y los sollozos no faltaron en este momento, cuando los familiares se despidieron de los restos. "Mi abuela nunca supo qué le había pasado a su marido; se quedó viuda con cinco hijos y luchó sola para que todos pudieran salir adelante, no recibió de nadie ni el valor de un alfiler", sostiene María del Carmen Batista Gómez, nieta del asesinado Domingo Gómez.

"Lo bonito que queda de esta historia es una anécdota; la noche que se llevaron a mi abuelo, mi abuela preparó la cena con normalidad porque no sabía nada", empieza a relatar Batista. "En el plato se posó una mariposa y aunque las mujeres de la casa intentaron espantarla, ella siempre volvía y se posaba otra vez; mi madre acabó por relacionarlo con mi padre y encerraron a la mariposa en una caja, donde se secó y yo aún conservo", explica Batista emocionada.

Por otro lado, también se presentaron algunos descendientes de otras víctimas represaliadas en esos mismos años de represión. Aralda Rodríguez es hija de uno de los republicanos encontrados en Llanos de la Bruja, hace casi diez años. "El problema es que mi padre fue enterrado en el cementerio de Los Llanos de Jaraquemada, en La Palma, por error con otro nombre y llevo más de cinco años luchando porque me dejen buscar los verdaderos restos óseos para enterrarlo con dignidad", afirma con tristeza. También la hija de César Luis Expósito, del Valle de Agaete y fusilado en la sima de Jinámar, acudió al acto para mostrar sus respetos. "Estoy contenta, porque desde el Cabildo me han prometido que accederán pronto a la sima para descubrir los huesos enterrados", aseguró.

El acto concluyó con un ambiente apacible, de redención por una parte y de lucha y sacrificio por otra. "Le prometí a mi madre que encontraría a mi padre, y desde algún lugar sabe que lo he hecho: han habido muchas piedras por el camino, y todavía queda mucho por recorrer", sentenció Sosa.

Comentarios

Entradas populares