¡A las madres y los padres que trabajan al mismo tiempo!

Por Luis C. García Correa
Me atrevo a sugerir las madres y a los padres que trabajan al mismo tiempo y en las mismas horas, que intenten alternar sus horarios, es decir: que uno trabaje por la mañana y el otro por la tarde, para, de esa manera, los hijos puedan ser educados.
Los padres somos quienes educamos a nuestros hijos.
Los colegios y las universidades informan y forman, pero no tienen la obligación de educar. Pueden cooperar a la educación, pero no tienen la obligación.
Los padres somos los únicos responsables, los verdaderamente llamados a educar a nuestros hijos. Esta responsabilidad no puede ser delegada. Salvo, como siempre, las excepciones.
“¡Una de las grandes responsabilidades sociales y nacionales de los gobiernos y de los pueblos es cooperar a que los padres puedan educar a sus hijos!”
No hay razón, ni creo que la habrá nunca, para que la sociedad no coopere para que los padres cumplan con su ineludible e intransferible obligación de educar a sus hijos.
“¡¡¡La sociedad de consumo y el mal se han asociado!!!”
“¡La ocasión para que el mal se apodere de la humanidad se la hemos dado, se la hemos regalado nosotros!”
Las obligaciones que ha impuesto la sociedad de consumo, el pasotismo y la esclavitud, están tarando a generaciones y generaciones de seres humanos, porque los padres caminan ciegos, como esclavos, en busca de la tenencia de lo que les han dicho que es la felicidad: acceder los mal llamados bienes sociales: el coche, el último cacharro tecnológico, el móvil, la moda en la ropa, y en el peinado, la comida basura; etc. etc.
Si el padre y la madre trabajan durante las mismas horas, no pueden educar en valores éticos, morales o religiosos a sus hijos ¿Quién, entonces, los educa?
Hay niños que con diez años se hacen su almuerzo y se pasan horas solos en sus casas, cuando deberían estar acompañados del amor y el cuidado de alguno de sus padres.
¿Quién puede valorar lo que vale un ser humano? Pues hoy se valora al ser humano de acuerdo con los objetos que tiene y a la moda que usa y tiene.
Hoy se abandonan los hijos por conseguir lo que les han dicho que es la felicidad.
¿Es usted realmente feliz porque tiene todos los adelantos de técnica? ¿Si no los tiene es un infeliz aún teniendo a sus hijos educándolos como Dios y la sociedad mandan?
Por favor: Hágase esa pregunta y contéstesela. ¿Seguirá abandonando a sus hijos para tener lo que le han dicho, y mentido, que es la felicidad?
Por favor: los hijos son la mayor gloria y grandeza que jamás podremos tener los padres.
“¡No hay, ni habrá nada que sustituya a los padres en la educación de sus hijos!”
La sociedad, en su conjunto, tiene la ineludible e insustituible obligación de cooperar a que los padres puedan educar a sus hijos. Debemos poner todo lo que sea necesario al alcance de los padres para que cumplan con la obligación de educar a sus hijos.
Benditos y alabados sean esos pueblos que saben valorar las responsabilidades personales de los padres, y contribuyen a que cumplan con sus obligaciones en la educación de sus hijos.
¿Puede dormir tranquilo sabiendo que su vecino deja a su hijo solo porque ambos, madre y padre, salen a trabajar en las mismas honras abandonando a sus hijos?
No quiero ser responsable del pecado que otros cometan por mi despreocupación o egoísmo de pensar: ¡que se las arreglen como pueda! ¡eso no va conmigo! ¡yo no soy el padre, yo no soy la madre!
Si:    usted,   el vecino,   el amigo,   la sociedad entera somos responsables de que los padres cumplan con su obligación de educar a sus hijos.

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