Inmolación colectiva

Por Antonio Domínguez
Inmolación colectiva ocurre en religiones llamadas sectas, de sopetón, y también sin empellón y al golpito se dan en las creencias oficiales que, igualmente llevan a la muerte, en guerras santas unas, las otras a la voz de por Dios, España y su revolución sindicalista, amén de santas conquistas, con además de complicidades, sin límite, de las religiones con el crimen y el robo. Ahora ya no. Las conquistas, los robos, asedios y pillajes no se hacen con armas, que a esos efectos son arcaicas, “antediluvianas” y vetustas. Ya hoy, la tendenciosidad a la complicidad está muy limitada a la voluntad de los muy mega poderosos que rompen en ciernes toda unión que conduzca a hacer la fuerza. Esta cosa está entre los millones de cosas sin vuelta atrás.
Hubo una sonada secta (religión al fin y al cabo) que mató mil personas en la Guayana. Vamos a suponer, imaginativamente, que haya habido otra inmolación en masa, de cien mil personas, en otra hipotética secta. Aún más, un millón de personas por otra. Aún imputándole a las sectas (no las justifico de ninguna manera a ninguna religión por mucho que se llame secta, las odio con todo mi corazón), todos los muertos que se quiera, jamás resistiría la comparación, si vamos a contar los millones y millones y millones de personas, que han muerto víctimas (o con cobertura) de las religiones oficiales. Casi me atrevería a asegurar, exceptuando las excepcionalidades de rigor, que las personas que, brutalmente asesinadas, han muerto en el mundo, tienen que ver con el mercantilismo religioso, y absurdo, porque es desgraciada y desalentadoramente normal, en este mundo asqueroso. Hay un libro guía que tiene la sabiduría humana como extremo enorme de sabiduría; que habla de guerras y aires de la faca, como algo natural: como si fuera un deleite. Ya usted ve, todos dicen de arreglar la constitución española y nadie dice de depurar y poner al día ese libro que sirve para todos los fines y confines.
Cuando se vive sólo para aleccionar y amontonar oro y riquezas por arroz sancochada a cambio; riquezas como no hay en el mundo una mayor cantidad junta, pueden llegar, como nadie, a cualquier punto, estos intercesores/mediadores con lo divino. Me da exactamente igual el mas excelentísimo hombre religioso, que el último y más insignificante bandido sectario, dedicados a lo mismo.
Todos no se pueden nombrar. Puede perderse la vida después de perder el tiempo miserablemente dedicándolo a las minucias del más allá. Ya no me refiero solamente a los romanos, sino también  a ortodoxos, anglicanos, Adventistas del Séptimo Día, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Segundo Gran Despertar, Testigos de Jehová, Cristianismo Esotérico, Reencarnación y Evolucionismo, Fraternidad Rosacruz, Fraternidad Rosacruciana Antigua, Sociedad Religiosa de Amigos, Anabaptistas, Masonerías, Adventistas, Bautistas, Presbiterianos, Reformados y todo lo que pare mentes más allá de la física y lo empírico, experienciado práctico... Los movimientos que han tenido lugar son en el mundo a centenares, y, excomulgándose todos unos a otros, a cada uno de ellos les importan tres equis todos los demás “movimientos”; abundantes como pelos en un perro y que son tenidos por herejes desde el punto de vista de cada uno. El asunto es: ¡no solo no está usted exento de adorar a Dios! Si no, que tiene que hacerlo a través de mi disciplina religiosa porque las además son blasfemas/heréticas/sacrílegas. Toda esta caterva de panzudos, de panzas de altísimo poder digestor; que digieren a cachos la cantería sillería de Arucas, no difieren nada de las logias sectas de todo tipo, por lo que se apunta más arriba. Absolutamente todos se dedican a lo mismo: a salvar al otro cuando él ya va precipitado midiendo el abismo por mucho más abajo de la mitad cayendo ¡¡… Que joderse!!
Se nos hace creer pertenecer al cuerpo vivo de Dios ¡a imagen y semejanza nada menos! Cuando esto es imposible, porque la idea de Dios, y Dios mismo, está mucho más limitado que nosotros, puesto y quedo únicamente en su bondad absoluta, que no puede tener injerencias concubinas con absolutamente nada que se salga de la verdad absoluta. Por lo tanto, está atado de pies y manos, inútil total para cuantas ocupaciones y trabajos nosotros le queremos dar. No puede desde su bondad meter sus manos en basura no sabría siquiera como lavárselas nunca las ha tenido sucias. ¡Hay que ver como mandan a trabajar los curas a Dios desde la siempre complaciente solicita oración¡: “dale el descanso eterno, brille para ella la luz eterna, ponla a tu lado hoy mismo en el paraíso, no dejes que la maldad se apodere de su alma”, no tal, no cual, no para arriba, no para abajo, no para acá, no para allá... dando órdenes a Dios, tratándole de tú como si hubiesen estado juntos en el cuartel; de manera que uno se asombra, y  en el asombro uno piensa: menos mal que no le dicen, estos simples disolutos también a Dios, que la lleve al cine, y la invite a tomar café por las tardes, ni a que le dé dinero para ir al Corte Inglés que estoy en la sospecha debe tener una sucursal incluso en esas lejanas tierras... Porque,  por mandarlo, son capaces de mandarlo hasta a que les planche la sotana, pero eso sí, pidiéndoselo con un recogimiento y recato, digno de una psicosis mucho más grande que la mas mediana.
Nada que sea absoluto en bondad puede recibir el aporte más mínimo de algo distinto para mejorar, sino para todo lo contrario, para empeorar. Si esto es así, que lo es, busquemos un sitio material a nuestra propia basura, no tratemos de salpicar a un Dios inventado para justificarnos a nosotros mismos y poder expeler la horrible blasfemia bárbara de que somos igualitos en imagen y semejanza. ¡En chiquita comparación metemos “al pobre Dios” que, gracias a que solo habita nuestras cabezas ¡¡que ÉL, no ha creado, porque ningún Dios crea semejante engendro con menos olfato que el cerdo; con menos vista que la lechuza; con menos oído que el perro; con menos paladar que el pez; ya el “tacto” es ninguno. Presumimos de racionales. Los animales deberían ser preguntados acerca de la racionalidad humana. Nosotros le damos ese pase/permiso a Dios para que entre en nuestras cabezas y habite con nosotros. Necesitamos creer ir a algún sitio que nos justifique el vivir; porque nos desala que el más allá sea tan dramáticamente dañino como la vida del más feliz aquí; máxime cuando estamos seriamente advertidos de un tío con cuernos y rabo, que nos lo señalan como la amenaza sin paliativos. De tal forma tienen al mundo entero cogido por las ingles, amargando existencias que no tienen otro delito que haber nacido ¡¡¡QUE TAMBIÉN ES PECADO NACER!!!
Los que han dado noticias de ÉL son tan sólo hombres como nosotros: Buda, Jesucristo, Mahoma, etc. Todos ellos con un coeficiente intelectual, que cualquiera sabe, vamos a poner de seiscientos para que estén sobrados, además de una pléyade de profetas, que eran mentirosos a más no poder, incurriendo en bellaquerías, diciendo que eran llamados por Dios a la montaña porque quería hablarles personalmente a ellos y que en una ocasión hasta mandó a uno a matar a su propio hijo. Comprometiendo aquí  a Dios como absurdo e ignorante, que tenía necesidad de mandar a un analfabeto como Abraham a matar a su hijo para comprobar hasta qué punto éste le era fiel. Cuestionándose así ¡esto es demencial! la habilidad y sabiduría de Dios, puesta en tela de juicio para saber lo que pensaba quizá el más zoquete de los palestinos. ¡Sin comentarios!.
Esto pasa también ahora exactamente igual. Sólo ha cambiado el ir a la montaña con subir a una nave alienígena, porque ahora la profetal moda reside en individuos que dicen que han sido abducidos por una nave, que los ha conducido a otro lejano mundo, y llegan aquí, al rato, de rositas, de nuevo, con mensajes sin cuento salvadores para la humanidad, que no se deben cuestionar, porque si se cuestionan se calientan mucho con el que los cuestiona. Llegan a arrancar  incluso extraordinarios aplausos en los platós de televisión cuando estos extraños e imposibles viajes son referidos.
Si hoy los mandatarios del mundo no tuvieran a su disposición los billones de litros de alcohol para marear y equivocar, los trillones de cigarrillos para apaciguar y mermar, los millones de dosis de drogas naturales, de diseño y de todo tipo para obnubilar, y la televisión para manejar a su antojo a la manada de borregos, que conducen a su antojo, y…

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