NO PODRÁ MANTENER QUE ESTOS GOFIOS NO LLEVAN CAMINO

Por Antonio Domínguez    

Los hombres concebidos en la violencia de la desobediencia y el “pecado” se les llama hijos de cánidos y este título como mínimo, les enerva y les da alas cuando se meten en la desparramadora violencia y muerte sobre/contra los hijos de “mujer honrada“, a segarles las vidas.

Las religiones sectarias todas se han dedicado a lacerar las dúctiles maleables voluntades mudamente para fomentar la rebeldía, también muda y crear monstruos para la guerra (como creo ha quedado claro en lo poquito que se ha dicho, y si no, aguarden a lo que se va a decir de la connivencia hedionda asqueante de los poderes), proveyendo carne de cañón a príncipes, reyes, dictadores, y lo más “curioso”, también a democracias. “Por Dios, por la patria y el rey murieron nuestros padres, por Dios por la patria y el rey moriremos nosotros también.” “Defendiendo la bandera de la santa inquisición” “Por Dios, España y su revolución social sindicalista“; esto mismo escribían en los periódicos conformantes del franquismo como cargos públicos; los políticos solo se dan en las democracias. Algunos que ahora, acusan de franquista recauchutado a todo lo que se menea; sin darse cuenta que cada uno puso su grano de arena en aquello de sostener al régimen, el cual era bueno como ninguno para adelgazar, porque la comida era escasa ¡baya que sí! Y así suma y sigue cuando sabemos que los españoles hemos ido con ejércitos al mundo entero a matar gente para robarles; eso sí, acompañados siempre del pastor para que hable con Dios y que nos perdone las matanzas del día; que si mandara el pastor a perdonar las de un mes completo, reventaría en explosión hasta el propio Dios, por semejante, inescrutable, misteriosísimo, esfuerzo. Hablar de las miles de expediciones que se armaron, solamente en el puerto de palos y el Guadalquivir, para ir/venir a matar gente y robarles sus mujeres, pertenencias y tierras, sería un no tener cuando acabar.

Los poderes, como los pajareros en una gran pajarería –de pájaros azules– permiten conniventemente anidar a capricho las parejas más prometedoras -que se multiplican en la desobediencia a las normas- a los resultados apetecidos; lo que es cómodamente propicio a separar “tropa” para la mina, la mar y sobre todo, para la guerra; y eso no se logra en los cruces de obedientes pusilánimes que van a ir al cielo cuando se mueran. Se logra en los cruces de los desobedientes rebeldes, que han brincado esa contraposición a la que han sido enfrentados, como en  el casteo de gallos ingleses para comprobar su bravura y con ese conocimiento -que no va más allá de la tendencia que llevan en los genes- poderles apartar para la pelea de sábado y domingo, esto es, para la guerra en virtud de la metáfora empleada a tiempo completo y de quedarse por la noche.

Preciso es no olvidar que esto, o algo muy parecido a esto, también suceden en el mundo. Es capital no ignorar que lo veraz y lo ficcioso está desatado y suelto. Que vienen a ser la verdad y la mentira, ni más ni menos (libres en tanto que son el libre obrar no general sino particular y en “heterogénea unicidad”; cuyo peligro se encierra (los secretos de todo individuo) en vocación y juramento hacia sí mismo de jamás verbalizar ideas que ni se pueden ni se deben trasferir, ni consustanciar porque el mundo no puede echar por la órbita de una estrella. ¿Se imagina el vergajazo al chocar? sabedor (el mundo) de que le caerá atrás el pecado y el delito: la cárcel y el infierno ¡¡casi ná!!) Es naturaleza y tienen exactamente la misma posibilidad de constituirse asuntos en una cabeza, o muchas cabezas a la vez, cuyas, todas,  ven si es el caso, pertinente por conveniente.

Como mismo se dice que una mujer se fue, se puede decir que no se fue. Igual que fue una lotería nuestra democracia, se puede decir que no lo fue: pregúntenle a los nacional catolicistas y periodistas de la punta adelante favorecidos de los créditos concedidos merced al aval de sus sueldazos, y, que recauchutadas, les quedan gomas hasta para en su día rodar por el cielo. Para eso le ganaron la guerra a la democracia con un gobierno legítimamente asentado con el boto del pueblo. ¿Quién tiene la razón, lo contrario o esto? Cualquier cosa se puede sostener como verdad. Es verdad que no es normal si es subnormal. Es verdad que si no es subnormal es normal. Es verdad que la consustanciación de cosas distintas se puede dar. Es verdad que el aceite y el agua no se consustancian jamás.

La verosimilitud está hasta en contubernio; está en lo más calamitoso, está en decir puta antes que te lo digan, está hasta en la espera del “cochediora pá dí almorsá” la verdad está en la realidad y la mentira también. Todo jeito bueno o malo que en el mundo se da es verídico porque se puede datar sea verdad o sea mentira, que, ya eso lo determinan los interés, o sea, los jueces de toda etiología, naturaleza y sustancia. La humildad puede ser sensible e insensible. La gratitud puede ir por barrios y ser grato a los ingratos y a los gratos; ser grato a los gratos y ser ingrato a los gratos y a los ingratos. La honestidad puede ser a la par con los honestos, a ratos o por días. En la deshonestidad el hombre puede ser honesto no engañándose a sí mismo porque conoce la deshonestidad humana, y sabiendo que esa mercancía tan honesta no se despacha a jornada completa y a vida cumplida en la totalidad de su tiempo. Tanto la honestidad como lo contrario son realidad en momentos concretos. En la “deshonestidad” entre comillas, hay hombres ¡de “tosiapordios”! (todo sea por Dios), Creídos en que están metidos en la mayor y más honesta responsabilidad. Al fin y a la postre todo es cuestión de creencias. Quiero decir, lo son las más grandes barbaridades cometidas desde que el mundo de subjetivismo se subjetivizó subjetivizándose. Desde que apareció el de dos pies, intuyó que tenía que haber otro con mil pies y no se equivocó. Siguió multiplicando pies mentalmente hasta que cayó de los árboles y se echó a correr en huida de sus miedos horrorosos al punto de desalarse no ante el diablo, sino ante Dos que es el que tiene la facultad para castigar y por tanto el de temer. El pobre hombre, ha cambiado finalidades y le atribuye al diablo las de Dios y viceversa. Ni Dios castiga ni el diablo ejecuta, porque tanto una cosa como la otra son mentira. Dios no le hace daño a nada ni a nadie  que ÉL creó como a EL le dio la gana. Dios todo lo hace bien. No es totorota, tolete, macana y mentecato como para salirle algo mal hecho: Luzbel no cae del cielo al infierno si Dios no dispone que eso sea así. Nadie tiene categoría para revelarse ante Dios si Dios no se la da. ¿Quién te crees tú que es Dios pobre hombre que escribiste el génesis? ¿Hiciste, librero, a Dios, a tu imagen y semejanza para desprestigiarlo de manera tal que no supiera hacer su propia obra, cuya, has puesto en tela de juicio?


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