A mi amigo Nicolás Socorro Soto

Por: Luis C. García Correa y Gómez
           
Al amanecer del miércoles 21 de este septiembre, a las siete de la mañana, mi amigo Nicolás Socorro Soto cruzó la frontera del más allá, para despertarse en la presencia de Padre Dios.
Compañeros entrañables que fuimos, como concejales, en los años 70, en el Ayuntamiento de nuestra querida ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Chicho, mi amigo Chico (como todos lo conocimos) sabía que se iba a morir en poco tiempo y su fortaleza, su entereza ha sido encomiable, –como lo fue toda su vida, pues la dedicó a luchar por los demás sin pedir nada a cambio–. Se preparó para morir y presentarse a Padre Dios, y antes se despidió de sus amigos.
Me citó, nos vimos, hablamos durante largo tiempo de cosas trascendentes, como nunca antes lo había hecho, y nos despedimos sabiendo que era un adiós.
Su honestidad, laboriosidad, humor y un sentido práctico de la vida, marcaron su paso por este mundo. Llenó su vida con hechos que ha presentado a Padre Dios, quien le recompensará por todo el inconmensurable bien que hizo.
Murió, según me dijo su hijo y tocayo, como había vivido, en paz.
Le echaremos mucho de menos, al menos yo, pues era mi amigo, con el que compartí ideales e inquietudes.
El tiempo pasa tan rápido que seguro pronto nos volveremos a encontrar, hasta entonces reza por todos nosotros. A ti te invocamos para que sigas haciendo el bien que en vida repartiste, ahora desde el cielo.
En la espera de ese reencuentro en la presencia de Padre Dios, recibe todo mi cariño.
¡Hasta pronto Chicho!
Tu amigo y compañero Luis Cristóbal García Correa y Gómez

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gracias Don Luis por regalarnos este elogio a la amistad y a las cosas bien hechas, incluso cuando la vida se está acabando.
Sergio Naranjo ha dicho que…
Hermoso canto a la amistad. Gracias por compartirlo.

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