En la movida del verano del 82

Por: Sergio Naranjo
Así comenzaba aquel fantástico concierto que Miguel Ríos transformó en el himno de mi generación, aquella que no sufrió los rigores de los años cuarenta, que no corrió después detrás de los grises, aquella que no cambió España, bien que es verdad que tampoco Ésta ha ido nunca a parte alguna.
Mi generación, esa que no escuchó las canciones de Labordeta ni de Paco Ibáñez; esa que era muy pequeña para entender las indirectas de Cecilia; esa que no debe hablar nunca porque no participó en nada de importancia. Mi generación, la de Los Payasos de la tele y poco más, formaba parte ya de todos los documentales que salen ahora, casi siempre adulterados, como principio del mundo moderno; nosotros, aún en blanco y negro, despreciados por los más mayores. Jugábamos al boliche, al elástico, a la soga, a la piola. Nadie se interesó nunca por nosotros, ya no le hacíamos falta a nadie ni para cambiar el país ni para dejarlo como estaba.
Así nos vimos en el 82, al borde de la mayoría de edad, sintiendo que todo lo que se estaba haciendo era sin nosotros ni para nosotros. España seguía librando una guerra civil que iban ganando unos u otros, a su conveniencia; se había dispuesto un marco jurídico que contentara a aquellos dos bandos eternamente enfrentados, para los que no había – ni sigue habiendo – posibilidad ni voluntad de superación, de futuro. Porque España ha sido siempre pasado. Un pasado marcado por fechas del calendario que marcan con sangre, odio y rencor el almanaque entero. Mi generación, la que tuvo a Víctor Manuel como a uno de sus ídolos, pero aquello se acabó con las llaves de chalés en Mallorca, de desviación de dineros para prestar a países pobres gastado en conciertos de representantes de “la cultura”. ¡La Cultura! ¡Qué barranco sin fondo ni fin que ha servido para alimento de tanto parásito, de tanto gandul!
Recuerdo aquellas tertulias, aquellos debates, tan desaforados como estériles, que se tenían a veces en los alrededores del Pueblo Canario, otras veces en la Plaza de Santa Ana; o frente al Gabinete Literario. Recuerdo escuchar apasionadamente a don Juan Rodríguez Doreste, al que no le sacábamos una opinión política de ninguna manera, pero que nos ilustró acerca de Virgilio, de Séneca, de los años cuarenta, y recuerdo aquellas veces que se emocionaba rememorando a su hijo. Recuerdo también a aquellos guerreros de Cristo Rey, que nos iban a provocar al Parque de San Telmo, a Vegueta; niños bien, niños ricos, niños de papá, que sólo sabían discutir con cadenas y palos, pero cuando aparecían los maderos vestidos de marrón, se evaporaban entre la leña que nosotros, idealistas, hijos de obreros, nos llevábamos. Recuerdo aquellas cajas llenas de rosas para repartir en la Grada Curva del Estadio Insular el 17 de octubre de 1982, nuestro año fetiche, para el mitin del “compañero” Felipe, a quien jaleamos más que nadie. Recuerdo aquella paliza recibida en la acequia de San Juan de Arucas por cinco machotes – alguno llegó muy alto en aquel municipio años después - “para que aprendas a no andar con maricones”, porque me gustaban las exposiciones que Pedro Almedia organizaba – y organiza – en la Fundación Mapfre. 
Y llegamos al poder. Para nada. Todo se acabó. Pragmatismo, le llamaron. Poder por el poder. Corrupción, traición, frases a la galería. Nada. Entramos en la Otan, nosotros, los que decíamos que de entrada no; entramos en el Mercado Común, junto a países que mira lo que han sido después; “modernizamos” España, de aquella manera: cargándonos lo que fuimos. Quizá para que ahora sea más fácil pasarnos el rato mirando la basura que nos ofrecen por la televisión; comprando sin ton ni son; no permitiendo que nadie tenga su propia opinión; insultando primero que algo quedará; presumiendo de... ¿qué?
El propio Miguel Ríos acabó viviendo del cuento en la Televisión Pública. Nosotros ya no tenemos ni cuento para vivir.

Comentarios

Miguel. ha dicho que…
El año en que ganó Felipe González.

Ayyy...ese sí era un caballero.Introdujó muchísimos cambios en España como la universalización de la educación o de la sanidad.

Saludos.

Miguel.
Sergio Naranjo ha dicho que…
Fe de erratas: El concierto al que aludo se llamaba "Rock and Ríos", y el título del artículo es una canción del año siguiente que le hace referencia, y que se llamaba "Rock de una noche de verano". Sorry.

Entradas populares