Mi visión esperanzada de la realidad

Por: Luis C. García Correa y Gómez
¿Cómo puede funcionar un pueblo si el subordinado ordena al propietario?
¿Quién es el subordinado? El político.
¿Quién es el propietario? El pueblo.
¿Cómo puede tomar decisiones el subordinado, - de obligado cumplimiento -, sin consultar y pedir la autorización al propietario?
¿Cómo puede obligar el subordinado al propietario a cumplir las decisiones que ha tomando unilateralmente, sin contar con él?
¿Tenemos el pueblo que exige a los políticos que tome las decisiones que ellos creen que se deben tomar? ¿Y ese pueblo está obligando a los políticos a que hagan lo que ellos ordenan? No, no lo está haciendo.
¿Quiénes son ese pueblo? ¿Las Asociaciones de vecinos, por ejemplo?
¿Cómo son y qué autoridad tienen las asociaciones como pueblo representativo?
¿Es verdad que muchas se han politizado partidistamente y hoy no tienen el prestigio y autoridad necesaria para exigir que cumplan sus órdenes, sus indicaciones?
Si es verdad ¿Qué pueblo hay y qué autoridad tiene?
¿Esas asociaciones representan al pueblo?
¿Y dónde está el pueblo que está apoyando a esas Asociaciones?
¿Estaremos en nuestras casas, y diciendo: eso no va conmigo, yo no me meto en problemas, que lo arreglen los de arriba etc. etc.?
¿Estamos en nuestras casas viendo la llamada televisión basura que tantos ven, aunque la llamen basura?
¿Con esta realidad de pasotismo, individualismos, y sin participación, podremos salir de la crisis, si sólo el pueblo es quien puede hacerlo y si los gobiernos no hacen lo que el pueblo dice?
¿Con esta realidad podemos salir de la crisis económica sin tener los valores éticos o morales necesarios para tener la autoridad exigente que lidere a la sociedad?
A mi leal saber y entender: ¡ni de broma!
Los que pueden no están y los que no pueden están, están en los cargos, pero no en el servicio. No tienen autoridad moral.
Entonces ¿cuánto nos espera y para cuándo?
Sólo depende de la honradez y participación de la mayoría, a lo mejor con menos se hace más. Pero que sea el pueblo honesto, trabajador y solidario quien imponga con su conducta y proceder el obligado cumplimiento de la honradez a todos los políticos.
Hasta entonces, y como decía el pediatra de mis hijos: “aguantoformo”.
Nada de ello, tenemos que buscar e imponer ya el criterio y los comportamientos honestos y solidarios. ¿Cómo?
Lo repetiré hasta la saciedad: con la participación honesta de todos y cada uno de nosotros. Cada uno en su trabajo, en su casa, en su diversión, en todos sitios, haciendo y comportándose como auténticos y solidarios ciudadanos, creando un ambiente exigente, y preocupados por el bien de los demás y sin pedir nada a cambio.
Sin participación y sin honradez, personal y pública, no hay solución, ni creo, ni veo, ni me imagino otra.
Sin ese cambio personal y social, lo demás será algo de lo mismo y nos seguiremos hundiendo.
Espero que la cordura y responsabilidad nos lleguen e iluminen cuanto antes, y sepamos corregir el camino hacia la honradez y participación exigentes, que serán la solución.
De usted, de mí, del vecino depende, depende de todos. Lo contrario es esperar al milagro en el que no cree nadie.

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