Carta al Viento: La canción del verano

Por: Jesús Vega Mesa
Hace años, cada vez que llegaba agosto, ponía uno la radio y, a todas las horas, sonaba la misma canción facilona: Eva María se fue, Macarena, El chiringuito… Ahora no. Ahora pone uno la radio y  hay bastantes  melodías, no muchas, la verdad, que se repiten a todas las horas:  la prima de riesgo, el Ibex 35 o lo último de Bisbal.
 No sé qué será mejor. A mí las exclusivas no me gustan. Ni que haya una sola canción del verano, ni un solo tema de conversación, ni un solo medio de comunicación. Dicen que en la variedad está el gusto. Sin embargo hay quienes leen siempre el mismo periódico, huyen de determinadas emisoras o sólo se acercan a los libros que le son afines. O sea que les gusta la canción del verano. Una sola melodía.
La Iglesia, incluso dentro de nuestra diócesis, cuenta con una rica variedad de matices. Se puede ir a una parroquia y escuchar que allí la gente  canta alegremente al son de las palmas. O ir a la iglesia de al lado donde se valoran más los silencios o la música gregoriana. En la parroquia de muchos pueblos se puede  escuchar una homilía en la línea del Vaticano II y en otras una reflexión más acorde con  ideas conservadoras. Como la verdad no es exclusiva de nadie, es interesante sintonizar las diferentes melodías. Cuando uno, por sistema, apoya únicamente lo que dice  Rajoy o lo que defiende Rubalcaba o Paulino Rivero, las ideas  de Lefebvre o de la teología de liberación, está a un paso del fanatismo que es una de las peores enfermedades que puede padecer una persona. No hay cosa más hermosa que poder escuchar y gustar y valorar lo bueno de cada melodía: Un concierto de la Orquesta filarmónica,  una verbena con Paco Guedes, una homilía del obispo en la catedral o la misa canaria en Agaete. En todas hay algo bueno.

  Por eso alegra que ya no haya una sola canción del verano. O al menos no le gustaría a uno que, a todas las horas del día, sonara la misma matraquilla con el Ibex 35. En ese caso preferiría La Barbacoa o cualquiera de aquellas músicas pegadizas  de  Georgie Dann. Valoro y apoyo una Iglesia en donde quepan todos los estilos. Y una política en donde todas las opciones posibles sean respetadas. Y una radio en donde, en cualquier estación del año, se pueda escuchar cualquier tipo de música y las opiniones más plurales.   Y un público que sea capaz de escuchar todo y a todos, sin rechazar de antemano al que no es de mi grupo. En definitiva que, en ningún estamento, ni siquiera en Radio Nacional o Radio María, tengamos que escuchar siempre la misma melodía. Que lo plural siempre es más rico que lo singular. Incluso en el verano.

www.parroquiasdearinaga.com 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Dice bien, esta usted en lo cierto, hasta para ver bien no basta con un ojo solo, la imagen carecería de relieve. Hay muchos que se escandalizan si las cosas no llevan la misma rutina o no son de considerar al semejante. El mundo de las ideas y de los valores es múltiple y caprichoso y cuando se apuesta en una sola dirección, se esta expuesto a caer por el precipicio de las naderías o a llegar al final de los años a un viaje sin retorno, del que ya no podemos corregir y solo podemos pedir perdón. Lo que es bueno y sabio, lo es sin tener en cuenta quien lo dice o quien lo hace. Con un símil ligero como la canción del verano, aborda política, religión y que los tiempos han cambiado, antes las matraquillas eran alegres ahora son crudas y descorazonadoras. Le felicito
Pedro Dominguez Herrera

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