No basta con ser bueno, hay que aparentarlo, hay que demostrarlo.


Por: Luis C. García Correa y Gómez
Aforismos como este: “no basta con ser bueno, hay que de mostrarlo”, son una expresión de la experiencia traducida en palabras, para que con ellas transformemos en hechos eso que decimos en nuestra actuación.
Ese dicho o aforismo quiere decir que tenemos que ser buenos en hechos, palabras y en pensamientos, y demostrarlo.
         El ejemplo que demos los humanos, sea bueno o malo, siempre tiene repercusión en los demás.
         La libertad, - esa maravilla del espíritu humano, que lleva aneja la responsabilidad de nuestros actos-, nos permite hacer el bien o el mal,  y esa decisión dependemos  de ningún otro sino de nosotros mismos, aún en este mundo tan mediatizado.
         Actuar bien o mal, en cada caso,  es la consecuencia de nuestra libertad.
         Y esas decisiones se reflejan en los hechos.
         ¡Qué importancia tiene la educación recibida para intentar ser lo mejor posible! Debemos educarnos y educar en la libertad, para ser y actuar como personas libres.     
 Hay el instinto natural de hacer el bien, pero se puede y se debe educar también para aprender a distinguir lo que está bien y mal: entonces la capacidad de acertar es más probable. Pero ese aspecto de la conciencia “hay que hacer el bien y evitar el mal”: se puede apagar con mucha facilidad y frecuencia. Creo que muchos estamos apagados, a oscuras.
         Mejorar que debería ser una constante: consistiría en acostumbrarse  y entrenarse a decidir con libertad acertando para elegir siempre el bien.
         Mi experiencia me dice que los años no disminuyen la obligación de dar buen ejemplo, quizá aumente esa obligación. Seguro la aumenta.
         Siempre hay que estar intentando mejorarse.
         Y no basta con deseos, tenemos que convertirlos en hechos.
         También yo creía que con los años dejaría de tener algunas malas tendencias, y no es así. Todos tenemos defectos que nos cuesta trabajo desarraigar. Pero …..
         Tenemos que estar, hasta el final, luchando por ser buenos, en deseos, palabras y en hechos.
El hombre cabal, hecho, es el hombre que lucha por desarraigar sus defectos y por conseguir adquirir las virtudes. No hay personas perfectas; hay personas que luchan por quitar los defectos y por adquirir las virtudes.       
Para Aristóteles la felicidad la conseguía el hombre virtuoso.
         ¿Qué enorme responsabilidad tienen, tenemos, entonces, las personas con cargos familiares o públicos? Mucha responsabilidad, sus actuaciones serán un ejemplo, para bien o para mal.
        No cabe duda que esa lucha por el bien tiene mérito, que desde el punto de vista cristiano es necesaria para alcanzar la patria celestial. Además tiene una importante consecuencia que  con ella se reparte el ejemplo que debe servir para ayudar a los demás, ya que les mueve a luchar también, y en este sentido se aplica el aforismo:
         “No basta con ser buenos, hay que demostrarlo”, y: ¡así es! todos tenemos que luchar hasta que nos muramos, creyentes o no, todos, sin excepción.

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