¡Hay que ver como animales llegan al gigantismo en este mundo, donde el enanismo mental es general!
Por Antonio Domínguez |
Me han lacerado los oídos hasta
cerrármelos la inflamación; por entrada continua de aquel guineo; de aquellas
“dichosas decimillas cubanas”; esas, que
a las “calabazas” de Tenerife y de Las Palmas les llenaron (como quiera qué) a
pesar que sus baúles llegaron muchísimo más vacíos porque cuando salieron
llevaban su restregada mudita. En las demás islas que no se nombran para no
hacerles más daño, hay decimistas y poetas ¡reconsio! Como cargas de leña. La
más “ilustre” llegada por esas mares acá -hablando casi claro, se hace lo que
se puede-; cantada, cantadora y cantarina cantinela, era la de la matanza del
verraco de Vuelta Arriba por la multitud de enseres que de sus huesos salieron,
y por los mil y un toneles de manteca. Y dicen que donde quiera que se echó más
nunca se ha podido arar, etc. Eso, me trae a mí sin dormir. Si un gigantismo
así, aquí, se diera… claro ya yo no lo veré. ¡Yo espero que Gran Canaria vuelva
a ser arada de aquí a setenta años cuando hayamos convergido con Europa de tú a
tú. ¡¡Que Dios nos libre en Canarias de un verraco poco corriente como el de vuelta arriba!! Las tierras están
inútiles, pero, ¿usted se las imagina inútiles por la eternidad? Puestos a
especular, porque todo puede ser peor, ¿usted se imagina que llegáramos atrás,
a los principios de los tiempos, que es para donde vamos en Canarias y no
tuviéramos a un Belerofonte que se haga el amo rápidamente de Pegaso; caballo
que dominaba el cielo. A todo ello ayudó la de los ojos azules: Minerva. Ella
la regaló el bocado de oro, imprescindible sí y también. ¡Y mira que liquidaron
entre los dos entuertos, malos mal queridos y sinrazones! ¡¡INVOCO UN DIOS DEL
OLIMPO PARA QUE ARBITRE EL COMPONTE!! Con hombres más corrientes que normales,
estamos perdidos.
Yo necesito contarles (haciendo
esfuerzo como Titán para no estropearles la oreja) hablando de Cuba ¡todavía!
Que, esa tierra que como isla es gigante, dio un Manuel García. Si algo le sobraba de lo de las balas y el
ron se lo daba a los pobres. Así es como todo “justiciero” compra connivencia;
¡el cómplice amigo!... muerto de hambre pero cómplice (por necesidad) sí o sí
como se dice ahora. ¡Peor es que le liquiden la familia en una aciaga noche de
borrachera, “por su no complicidad”.
Ustedes saben que los cuentos
míos a veces no tienen pies y cabeza. Por eso doy ya una frenada de gran
chirrido en paraje desconocido, y por eso, no me está quedando esto prieto y
conexionado; para hablarles con más precisión, del perro más grande que jamás
se haya visto en nuestro municipio. Por eso les nombré –como preludio anti
desalante- esa gran cochinada de cochino y además haré todo lo que pueda para
que sume mí no pretensión, de hacerles daño con el relato; en los oídos, como
me lo han hecho a mí después del rezo del santo rosario. En mi caso a la hora
que terciara porque se aireaba mucho también y además en la barbería. Y por eso
les nombro a Don Manuel García porque nosotros hemos tenido a Paco García (no
menos intrépido, que el otro) he de decir que como el texto se presenta corto
he ido echando mano del allí anterior y
del aquí presente. Y no crea que dejo de estar seguro, que esto, algo le
entretendrá.
Vamos ya con el perrazo llamado
“Muchacho” y que por dueño tenía a Paco García. Si nos dejáramos llevar por la
invención de la fábula teniendo en cuenta “aquel chucho” tirando para caballo
percherón, que tenía Paco alimentado a pura carne, pues él hacía de marchante
para el matadero y con sus amistades y su familia metida en el tal, tan
proteico comercio de la carne, a el perro, ¡amigo!, no le faltaba de nada; esto
unido a la raza más parecida a becerro tirando a toro. Paco por aquellos
tiempos parecía un caballero de las cruzadas metido en lo cotidiano de un
pueblo que se asustaba con cualquier comportamiento que no fuera rutinario.
Le gustaban a Paco los caballos incluso tenía
uno. Cuando le veíamos caminar por nuestros castros, que así eran las casas
rodeadas de murallas de piedra, con fusta en mano, botas de montar y bigote
a lo Errol Flynn; parecía (lo era precisamente por la proyección de su
legendario zurdazo). Del que hablan de sus estragos a los que les cayó encima:
o se llevaba oreja -como afeitada- de raspa filón, o había que hacer
laboriosísimas recomposiciones de nariz, o dejaba notables hoyos craneales. Sin
embargo no murió nadie. Yo juro porque lo vi, que en algunos casos fue de
milagro puro escapar con la vida de aquella auténtica patada de mula. Un
personaje de proyección si heroica no, elegíaca en especial sentido y si se le
dan las acertadas formas que conlleva sí.
Vuelvo al perro de Paco extraño e
increíble por su corpulencia y mansedumbre.
Tantos autores grandes se han
ocupado de perros y burros: “Cipión y Verganza”, “Platero”, etc. Por ese deseo
que tiene el hombre de superación de su
animalidad se decide por lo más fácil (igualar todo animal y hombre en
amasijo; como la única forma que tiene de ser delegado él como Dios en la
tierra. El grave problema humano no es ser imagen y semejanza a Dios, sino que
la creencia muy en el fondo es que Dios es imagen y semejanza de lo más mal
hecho que hay en la tierra: el hombre y para eso no se atreve con sus iguales.
¡Escribir de las “intelectualidades” del animal es una cobardía; máxime cuando
no se loa nada de la racionalidad humana circundante, rampante, resbalante y en
cualquier significación y modo visible y comprensible! ¡Muchísimo más, al menos
(el hombre) que la mirada fija y siempre igual que es la del chucho!
Aquí mi única pretensión como
gran hollador del pueblo es un recuerdo a Don Paco García que para entrar en
los intríngulis y pormenorizaciones y también al por mayor hace falta mucho
saber, pero, mucho saber escribir y entonces así no fallaría una historia que
se extendería a lo universal con más facilidad, o tanta como las que han
llegado “a la cumbre”.
Cuando Tamaraceite en el año trescientos veinticinco
mil (par de meses más o menos) sea desenterrado, por la paciente labor de los
arqueólogos, aparecerá ante sus ojos “Muchacho”, presuntamente, entre unos
cuantos informes montones de ruinas irreconocibles “y cuya pasada grandeza”
solo podría llegar a reconstruir una fantasía muy vivaz. ¡ Se montaran mil
teorías! A saber a qué especie y a que animal corresponde tan raro y tremendo
esqueleto.
He homenajeado a un vecino, he recordado al
perro más grande. Espero que se valore mi gesto atrevido por descontado; de lo
que hay que tener para contar cosas de personas (nadie lo hace y está muy
bien), que todas, son más mérito-merecedoras; más cargadas de valores; más
practicantes de virtudes; de más conmiseración. Todas ellas, superiores a mí en
el fondo de sus corazones. Julio Viera dijo que “La modestia en una persona que
tiene absoluta seguridad de superioridad sobre los demás es pura hipocresía”.
Se equivocó Julio. Yo digo que todas las personas del mundo conocen un detalle
que solo él conoce y en ese sentido se cae Julio porque en el mundo son
millones de personas de lo que se desprende que hay millones de detalles “sin
importancia” pero, que, aportados pueden salvar barco de naufragio.
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