La contaminación personal

Por Luis C. García Correa
Mi primo, José Julio Cabrera Mujica, me hacía ver lo mucho que podemos no contaminar, con hechos sencillos y que, encima, nos benefician a la salud.
¿Qué más podemos desear y hacer? Beneficiar al hábitat natural y  mejorar nuestras condiciones físicas. ¡Qué maravilla!
Por ejemplo, subir y bajar las escaleras y no usar el ascensor. Esto mejora la salud en grado superlativo, se siente uno útil, no contamina y encima uno es un habitatista.
Recuerdo que un habitatista en estos escritos es una persona honesta que tiene y protege a la Naturaleza como su hábitat natural y que es participativa en su sociedad natural, que trabaja por el bien de los demás, sin pedir nada a cambio.
Así hay una enorme cantidad de hechos, sencillos y no contaminantes, que van reforzando la conciencia y el comportamiento personal y social de la honesta participación social. Que llenan el alma de esperanza, mejoran nuestro hábitat, damos y recibimos ejemplo, y sentimos la  inenarrable sensación del deber cumplido.
Alabados sean los habitatistas, de ellos es la gloria y el reconocimiento actual. Ellos son el ejemplo que el mundo necesita para volver a tenerlo lleno de felicidad y de libertad.
¡Tan fácil! ¡Tan sencillo! ¡Solo hacer lo que podamos por no contaminar! Y hacerlo en hechos sencillos y diarios, con el beneficio de mejorar muestro físico, llenar nuestra alma de la indescriptible sensación de ser buenos y solidarios, y mejorar nuestro maltratado hábitat natural.
Ya he informado en estos escritos de mi decisión de no conducir para  no contaminar. Y me siento pletórico de satisfacción, compruebo cómo voy mejorando mis condiciones físicas de movilidad, y encima estoy dando un poco de ejemplo.
Gracias a todos por lo que cada uno hará.

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