“¿CÓMO VIVIR DE ESPALDAS A LA REALIDAD?” “EL HORROR DEL MOMENTO”.

Por Luis C. García Correa
¿Cómo vivir de espaldas a la realidad? Las maravillas naturales que existen hoy, mañana pueden haberse perdido, y eso todos los días del año, hasta acabar y terminar con la vida natural.
Los Polos, El Amazonas, la flora, la fauna, todo lo que ha sido y seguirá siendo necesario para la vida natural lo estamos arrasando sin necesidad, y por maldad.
Nadie puede demostrarme que el mal que nos estamos haciendo tiene razones honestas y leales.
Vamos a mayor velocidad que los nuevos y aterradores huracanes, que arrasan por donde van. Y todo no sigue igual, va a peor destrozando nuestro necesario e imprescindible hábitat natural.
Ya no es solo preocuparse por lo que le dejemos a nuestros hijos, sino que somos nosotros los que estamos camino del holocausto. No sé lo que les quedará a nuestros nietos salvo un Planeta inhabitable.
¿Cómo vivir de espaldas a la realidad? No concibo ni entiendo la realidad sin adaptarme con respeto a la naturaleza. Lo que veo es ningún respeto.
¿Cómo convencer del daño, del mal, de la muerte que nos estamos dando por egoísmo, pasotismo, deslealtad, deshonestidad, insolidaridad…con nosotros mismo y con los demás? “¡ES DE LOCURA!” “¡Y TODO NO SIGUE IGUAL, LA MUERTE SE NOS ACERCA A TODA VELOCIDAD!”
¿Qué puedo hacer ante esta espantosa realidad? No lo sé.
“¡¡¡Yo no veo otra cosa, vivo la espantosa realidad!!!” Y todo no sigue igual, va a peor y a toda velocidad.
Su coche, que tanto le significa y por el que hace sacrificios, nos está matando, incluso a usted aunque quizás no lo vea así.
La contaminación de los más de mil millones de vehículos que circulan cada segundo, cada segundo, cada segundo, nos está arrastrando a la muerte de la naturaleza por su culpa y la de los demás. Que viven soñando y limpiado y casi adorando a su flamante coche que produce muerte, y usted sigue conduciendo arrastrándonos a todos al holocausto final. Sí, todo conductor debe ser consciente de que contrae una deuda con la naturaleza. Y si no tiene otra opción que conducir debe hacer cuanto esté en su mano por compensar y reparar el daño natural producido.
Los poderes perversos se autodestruyen creándose riqueza y poder, que les ciega hasta la muerte, pero por más poder y dinero que ahora tengan no se lo llevarán con ellos. Morirán como todos los demás.
El ataúd, el último vestido de la vida, será de caoba y brillará, y usted irá dentro: solo y sin nada más. No se llevará nada de su poder y dinero, solo lo bueno que haya hecho, que en este caso no lo veo.
“¡¡¡La vida no es solo nuestra, también es de los demás!!! Somos una sola especie humana. Todo lo que hacemos afecta a los demás.”
Cuando lo sepa ya no tendrá oportunidad de arrepentirse porque habrá muerto y lo enterrarán en un ataúd de caoba y sin nada más.
¿Cómo explicar esta realidad? No lo sé, y me atormenta que la vivamos, y ciegos por la deshonestidad y el egoísmo nos pueda arrastrar al mal. Un mal grave, en el que si nos empecinamos nos ahogaremos por toda la eternidad.

¿Qué esperanza hay? Si aún está vivo: ¡Usted me lo dirá!

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