VOLVEMOS A LOS AMASIJOS DE GOFIO CON LÍQUIDOS NOBLES.

Por Antonio Domínguez
(3) Tenemos por costumbre escribir párrafos que van naciendo del conocimiento, según este los va donando a la voluntad. A veces para ensamblarlos en máximo orden es un lío; y se nos ha ido quedando uno (párrafo) que al parecer no tiene cabida). Lo  vamos a poner aquí mismo aunque sea inconexo porque es necesario para crear ambiente favorable a nuestra “teoría” casera; por el cuestionamiento de otras. ¡¡Vaya!! Descendiendo al porteño, práctico, débil entendimiento, a modo es; de la pelea a la contra metiendo codos y cabeza con la máxima sutileza, sin olvidar la expeditiva contundencia; “en aras de la molendana a propinar”. Junto con lo dicho; ahí les va el párrafo cacareado y pudiera ser cacareador; de ello escaparíamos como en todo lo demás, contando de antemano con la benevolencia de ustedes.
Perdonen estas diferencias a las que no nos acostumbramos porque las sabemos, propias del perro que muerde callado. Bueno; es el caso que para Kant es a priori lo que no procede de ninguna experiencia; las formas de razonamiento a priori, decía: “son al margen de cualquier experiencia”. Por experimentar, vamos a estar de acuerdo de momento –con Kant aun no compartiendo ni asumiendo el sintagma-: “es a priori”. Ejemplo sencillo: dice él que el a priori procede de la “razón”. Y, ¿quién le echa de comer a “la razón”?: lo que llaman pensamiento y nosotros llamamos “pegamin”. Y, ¿quién le echa de comer al “pensamiento”?: el conocimiento. Y, ¿quién le echa de comer al conocimiento?: las empirias, que lo son todo. ¡¡Imposible que el cerebro elabore de la nada!!; todo lo que puede hacer depende en absoluto de almacenamientos previos a conocimiento. Las experiencias como tales son iguales, tanto instruyéndose en la universidad como investigando en laboratorio, como así mismo buceando, trabajando, holgando, conduciendo, etc.
No decimos que las experiencias sean más útiles unas que otras. Ni que la experiencia experimentada de bailar en una romería trascienda igual que un logro de experimento de laboratorio. Lo que sí decimos que todo es a posteriori  y proviene de la experiencia; que es lo que engorda al conocimiento. Tanto es a posteriori, cuanto que los conocimientos empiecen a dar su fruto; ya gordos de experiencia. El “a priori” de Kant refiriéndose a la sensibilidad y el entendimiento al margen de cualquier experiencia es, la más grande de las aporías, que deja en un callejón sin salida al conocimiento. “El razonamiento” llega a esa conclusión cuando no halla solución posible. Para el antiguo Platón, ya tan antiguo como orinar, un diálogo aporético es: aquel que desemboca en una imposibilidad de conclusión sobre el problema propuesto.
 Hay algo que se confunde en esto del saber. Hay tres escalas de saber: natural, científico y filosofal, por este orden. Por los complejos aparatos que necesita la ciencia para investigar, que ella misma ha creado –por sus resultados que salvan vidas- por lo práctico de su aplicación a cualquier ideación, está merecidamente de moda. 
Sin ese rigor mayúsculo; metidos en lo cotidiano; en el comentario ..., decimos que el primer saber (el natural); es en el que conocemos la mayoría de los humanos (cuando conocemos) y nos otorga a algunos la vergüenza que nos hace sentir a los naturales en el saber, no conocer ciencia, que es la inmediata en la escala del saber, no se queda ahí; nos obliga a tirarnos de bruces,- subiendo y bajando escaleras de barrigas como serpiente, y creyente, en El Himalaya-, en nuestro caso, para adorar al dios ciencia. La creemos la última frontera, y no vemos por ello, que mas allá está el saber de los saberes en esencia: llámase filosofía. Que no tiene porqué salvar vidas, pero las puede justificar o injustificar. No tiene porqué intervenir en el laboratorio, pero si intervenir en la esencia teórica para defender, deslindar, enfrentarse a la Pléyada de ideas para el otro mundo, que tiene el planeta; ante las que la ciencia está indefensa. La ciencia coge el microscopio y empieza a ver cosas chiquititas que va contando una a una; las contempla un año o dos para familiarizarse con ellas; les va poniendo nombres poco a poco; va de vez en cuando a la pizarra a cotejar detalles con las formulas numéricas establecidas; y así hasta que el sol no alumbre. Esto es lo que ve el saber natural en la ciencia; pero no atisba el filosofal. ¿Cómo miran los científicos a los filósofos?: como a desnortados. ¿y los filósofos a los científicos?: como a esclavos con un talento. Es incuestionable que la ciencia cogió la delantera. Un muy posible viaje a Marte asombrará muchísimo mas que una resolutiva teoría filosófica. Del viaje a Marte se enterará el salvaje en la mas profunda amazonía. Del adelanto filosófico, doscientas personas en cada país,- echándole optimismo-, por no decir en el mundo. Volviendo al principio del párrafo ¿creyeron los filósofos alemanes que aquello que dijo Cervantes era realizable: “busco en la muerte la vida; salud en la enfermedad; en lo cerrado salida; en el traidor lealtad? ¡¡sí!! Pero fueron mucho mas lejos –aunque parezca imposible- pagados por la piedad que atesora la mitad de los vienes del mundo, por eso, la filosofía cúspide de la pirámide del saber cayó en desgracia, la han desprestigiado. A ese juego se prestaron la inmensa mayoría de los filósofos construyendo filosofías teologizadas. Se unieron y cobraron de, y con los que no pudieron. No hay fuerza en el mundo que pueda resistirse a ser despeñada cuando “escandaliza” y estorba a las grandes montañas de oro. Eso llevó a decir a Schopenhauer, asqueado de Kant, Hegel, etc. (con Hegel se agarró a la piña): “En previsión de mi muerte, declaro solemnemente: me siento avergonzado de pertenecer a la nación alemana”.

Comentarios

Entradas populares