La abstención

Por Luis C. García Correa
La abstención es no participar en una votación. Lo que no altera directamente el resultado de la votación. Pero facilita mucho las opciones de éxito de los que sí votan.
El voto nulo también altera la votación. Y la altera porque suma y favorece a quién más votos sacó.
Pero la abstención a veces sirve para demostrar que existe o existen causas y razones -a meditar y estudiar- que originan esa desilusión y esa no participación.
La abstención debería ser estudiada en profundidad para saber, con ciencia cierta, lo que la ha originado.
Escuchar a la abstención es de sabios, honestos y leales a una votación democrática.
Quien desoye a la abstención, y no digamos si llega a ser grande o incluso mayoritaria, está cargando con una responsabilidad, que tarde o temprano se la cobrará la sociedad.
Las razones de la abstención pueden ser muchas. Razón para estudiarlas, meditarlas y sacar conclusiones.
Algunas razones de la abstención pueden ser: El no creer en el sistema. La duda o rechazo a los candidatos. La confusión en los mensajes. La desconexión con el pueblo. El pasotismo. La desilusión.
La abstención debería ser un grito, un aviso, una advertencia. Y si la abstención es mayoritaria es un alarido de terror.
La abstención en una votación política puede ser de tanto patriotismo como el del votante. Puede que aún más. Pero también puede ser un gran error. Todo depende de las circunstancias, de la situación.
La abstención en votación política, puede ser de quien ama, y con pasión, a su Patria. Que quiere lo mejor, y lo que le ofrecen es basura, algo tan pobre que causa su rechazo frontal.
La abstención puede llegar a ser, inclusive, necesaria. Por ser la única manera de demostrar el rechazo a todo lo que se ofrece.
Quien se abstiene, igual que quien vota, puede ser una persona con criterio, que estudia la realidad que le circunda y trata de llegar a una conclusión.
Otras de las razones que pueden inducir a la abstención es: comprobar que el que menos votos sacó puede llegar a ocupar un puesto de gobierno por las coaliciones antinaturales.
Como, también, constatar que el que más votos sacó pasó a la oposición.
Quien no crea, con sinceridad y honestidad, en el sistema de votaciones en una ocasión concreta, y se abstiene en conciencia, puede ser un leal y honesto ciudadano, digno de admiración.
Quien decida participar honestamente en una votación concreta, y vota en conciencia, puede ser un leal y honesto ciudadano, también digno de admiración. 
Aprovecharse de las coaliciones para mandar, para gobernar, con el que menos votos sacó, puede significar un arribismo fatal. Y también, el que menos votó sacó y aprovecha una situación de bloqueo para mandar y exigir lo que no le corresponde es otro arribista fatal.
Llegar a estos extremos es una demostración de que el sistema no sirve, no funciona, sino que propicia ir todos en contra del que más votos sacó.
Por eso también tiene que haber un pueblo que valore y le de peso a la abstención como razón de rechazo.
Abstenerse por dejación, por comodidad, por desidia, por despreocupación es tan malo como votar sin conocimiento y sin razón. Como porque se lo ha dicho, por egoísmo, o intereses bastardos.
Es tan honesto y leal consigo mismo y con los demás, el que vota como el que se abstiene.
La abstención debe ser un rechazo frontal a todo lo que rodea y conlleva esa votación.
Quien hace lo que su conciencia y saber le dice, será un leal y honesto servidor de los demás.
De acuerdo con el porcentaje de abstención debería surgir una ley que modifique y arregle las razones de la abstención.
Debería ser fundamental el respeto a quien más voto sacó, por respeto y consideración a esa mayoría.
La abstención debería ser el grito de aviso que todo o algo va mal, y hay que investigarlo para poner remedio.

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