Los parados y los jubilados

Por Luis C. García Correa
Como preámbulo, rogarle a los que tienen trabajo solidaridad. Buscar los medios y las formas de compartir, ya sea reducción de horas y sueldo o cualquier otra forma de cooperación para contribuir a paliar el gravísimo problema del paro.
Dicho esto, añado: Los colectivos que pueden cambiar el signo negativo de la crisis económica son los parados que están cobrando y los jubilados.
Los jubilados y los parados que cobran tienen un potencial de riqueza incalculable. Sus conocimientos y su tiempo son las materias primas capaces de cambiar, radicalmente, el panorama económico, social y político del país.
El poder de esa unión con el trabajo sería inconmensurable. Y el bien inimaginable.
De realizarse esta posible idea, que estamos exponiendo, tendríamos que dar gracias a la crisis, porque nos convertiríamos en el paradigma de la bondad y del bien.
El regocijo personal sería de tal calibre, que flotaríamos sobre el mal.
Sólo se necesitaría una hora semanal, como mínimo, y buena voluntad. Habrá, seguro, quien le dedique horas. Bendito sea.
¿Cuántos millones de horas diarias trabajarían por los demás y sin pedir nada a cambio?
¿Habría mayor ejemplo de solidaridad y amor al prójimo? Y unos resultados económicos aplastantes.
Trabajar por el bien de los demás y sin pedir nada a cambio, es de un poder regenerador tan grande, que no creo exista problema económico que se le resista.
Trabajar en lo que uno cree que mejor puede ayudar a los demás, es de una capacidad invalorable, y solución al problema que sea.
No sólo resolveríamos, con creces, nuestros problemas económicos, seríamos un ejemplo de la grandeza del ser humano, y de un país.
Sería una apisonadora aplastando el mal y allanando el camino, para que camináramos orgullosos conseguido para lo que hemos nacido: la plena felicidad.
Sería el bien que anula el mal con la buena voluntad. Algo que se tiene y no se compra, pero de un valor incalculable.
¿Se imaginan el orgullo de esas y esos parados y jubilados?
“Trabajar por los demás y sin pedir nada a cambio”.
La riqueza que generaría sería tan grande que habría que repartirla entre todos, parados, jubilados  etc. Daría para todos, y con creces.
Para ello apliquemos el principio agustiniano:”en los asuntos necesarios unidad, en los opinable libertad, en todos caridad”.
Estoy, - como siempre -, a la entera disposición para reunirme y aportar mi trabajo, donde sea, con aquellas personas que quieran cooperar al camino de la felicidad.
Pocos, no necesitamos muchos, para comenzar.
“La participación en instituciones, ONG´s o los grupos que propongo constituir, en los que usted, parado o jubilado, pueden, y creo que deben, que debemos, colaborar es la solución”.

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