Don José Bolaños, abogado de los pobres

Por Antonio Domínguez   

Gran experto. Conocedor de los atajos lingüísticos. Gran sabio de los ajustes, reducciones y facilitaciones en el decir. Gran maestro enseñador desde al más ilustre o a cualquier plebeyo.

Don José Bolaños Martínez de escobar, de los Escobar de Ingenio, utilizaba para todo desbarajuste humano una palabra, que, aun archiconocida la engrandecía él utilizándola para toda calamidad que observaba en cristiano nuevo. Esa palabra concepto era “TORPE”. Si veía ante sí a un atacado por los celos le llamaba torpe. Si un entregado en cuerpo a la deidad observaba, también le llamaba torpe. Si se trataba de un codiciador envidioso le llamaba torpe. A todos los ansiosos de relumbre, que ello ocultaban sin reconocimiento expreso, y siendo acusados de protagonistas se parapetaban tras las honestidades y los bienmesabes del despiste y el disimulo, demandando humildad enterrados en la soberbia, también les llamaba torpes. No por añadidura sino por añadir y hasta sin añadir. Torpes a los que miran hacia dónde va el balón. Torpes a los que van a los desconciertos de Alejandro Sanz etc. Torpes a los que ansían la navidad sin tener en cuenta los 500 muertos diarios que mata enemigo invisible presente tras los polvorones y las vasos de Sidra el Gaitero, a estos, hasta yo les llamaría torpes. 

Muy torpe era para él, el bandido, malhechor, bandolero, ladrón, delincuente … torpe era el presumido, jactancioso, aparatoso … y desde el sinfín de sinónimos que tiene la torpeza que puede –no necesariamente– desenvolverse absolutamente en toda cuita, acción y omisión humana, destacaba a los torpes del portazo al sabio consejo; a los de los golpes, golpetazos a todo lo que no se comprende desde el tenique tidayano del que son dueños; desde los desaires y desprecio a lo superior;  portazo toneladaso tras cualquier despedida de la mentira por llegada de la verdad etc. etc.

Es tanta la torpeza humana ya señalada por este maestro de la maestril maestría; extraordinario filósofo de las experiencias practicas (empíricas) que, sin ser detractor declarado de las no naturales y teológicas creencias –de ninguna–  jamás juzgaba. Hasta los santos se ponían de su parte observadora de la recta línea disciplinada acorde al hombre intelectivamente superior, y, al qué los dueños de la plantación postergaban; sobre todo, cuando le veían sacando la cabeza por señal de chaqueta nueva, corbata o zapatos de estreno  entrando y saliendo en los sitios públicos del pueblo, donde, todos le queríamos como a familiar directo.

 Ellos los de las plantaciones tenían el aperitivo por decenas de botellas en casa, comida: galletas y chocolate inglés; sabanas de Holanda; servicio; cocinera; casa regalona de todo por lo que podían agarrarse a la soledad feliz y palaciega, por lo que nadie les quería ni les aborrecía, simplemente no contaban para ninguno por su encerramiento “tras las almenas” y la consiguiente falta de trato. No participaban en las malas suertes de los pobres, por lo que salían indemnes cuando la prensa nacionalcatolicista publicaba nuestras miserias ellos se sacudían el polvo en las palaciegas escondidas borracheras, y como en todo, les endiñaban sus propias fealdades, pecados y delitos a los demás: el pobrerío estaba a su servicio bajo los diversísimos diferentes aspectos; le utilizaban para todo.

Don José Bolaños Martínez de los Martínez de escobar de Ingenio, reductor magistral. Bajo y  por su genio redujo las miserables acciones del hombre al concepto de torpeza; en él hizo que cupiera casi el total del comportamiento de todo cristiano.

Don José no tenía dinero y comodidades, pero tenía al pueblo entero, porque todo el pueblo le tenía a ÉL. Eso, está por encima de cualquier argumento.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Enhorabuena, Antonio, por traer desde el recuerdo la figura de alguien tan sabio y tan de nuestro pueblo y de nuestra gente. Quienes le conocimos sabemos que no exageras nada en la loa que haces de su extraordinaria personalidad, de su enorme sabiduría y de su gratísima sencillez. Qué hermoso que tantos años después de haberse ido, alguien le siga recordando con tanto cariño trayéndole a un presente en el que debería permanecer vivo para siempre. D. José Bolaños pertenece a ese tipo de gente que pasó por aquí, que se compartió con nosotros y que, cosa que muy pocos consiguen hacer, dejó una huella imperecedera entre los muchos que tuvimos la fortuna de compartirnos con él.
J.J.Mujica Villegas
Antonio Domínguez ha dicho que…
A la atención del inmortal abogado de los pobres
Para que esto no se convierta en un pin pan pum, pepe, te pido no contestes a este
comentario mío. Tengo que decir y lo digo con gusto qué, tu comentario vale más desde tu
posición de familiar, que mi pequeño homenaje al ser que tú y yo tanto idolatramos. Tu
comentario es el remate intelectivo exigente con la precisión matemática del lenguaje exacto,
y por lo tanto más dignificante del nombre de la persona querida y, por lo mucho tú, eres el
merecedor de la más sincera enhorabuena.
Las miserias humanas (aquí no se insinúa nada y se dice mucho), quienes las tuvieron fueron
viles sanitarios; o extravagantes cerradores de cabarets que los había y no pocos aquí, y, hasta
de clérigos se habló. Don José era la gloria divina del comportamiento humano. Su estatura
bajo los diferentes aspectos; su empatía total; su don de gentes; su inteligencia prodigiosa; su
humanidad, ternura y comprensión, tú y yo Pepe, jamás lo olvidaremos mientras fluya la vida
en nuestras identidades.

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