¿Qué le pido a la vida?

 

Por Luis C. García Correa   

Nací de la pasión de mis padres, del amor de mi madre y de mi padre, y a ellos les debo lo que soy y lo que tengo.

Vivo envuelto en los valores que me dieron y las vivencias que me enseñaron. Los he tratado de seguir, y sigo tratando.

Mi vida es un eco de ellos: de mis padres y abuelos, tíos, primos y demás familia, de los amigos y los vecinos, y de los amigos-hermanos.

El correr del tiempo me ha ido mejorando, a veces simplemente por dejarme mejorar, con poco empeño de mi parte; otras veces con algo de determinación propia y ayudado por el cariño que he recibido de tantas y tantas personas que me han enriquecido por el amor que me han repartido.

En el ocaso de mi vida, miro atrás, y veo el largo camino que he recorrido, y deseo haber compartido ese amor sin reservas que he recibido.

“¡A la honesta participación social he tratado de dedicar mi vida, espero haberlo conseguido!”

¿Qué le debo a la vida? El haber nacido.

¿Cuánto he recorrido? Un largo camino.

¿A dónde quiero llegar? Al paraíso.

¿Dónde está ese paraíso? En la contemplación de Padre Dios.

¿Qué debo hacer? Mejorar y darme a los demás sin olvido de nadie, con olvido de mí mismo.

¿Pero si ya soy viejo? Sí, soy viejo, más aún, camino de anciano. Pero nunca es tarde para amar y ser amado.

“¡No quiero perder el tiempo, que se me escapa entre deseos!”

“¡Seguiré así hasta la muerte, a quien tranquilamente espero!”

Llegará la muerte y será el comienzo de los recuerdos.

Con la muerte ya no existiré físicamente, materialmente, pero mi ser seguirá existiendo con toda su identidad y con los frutos logrados que llevaré conmigo. Y aquí en la tierra habré dejado un camino recorrido, que deseo haya servido y haya ayudado. Camino que he querido y quiero llenar de amor y agradecimiento.

“¡¡¡Mi vida sin la vida de los demás no tiene ni tendrá sentido!!!”

“¡Amo a la vida, con ella he vivido, y la he querido compartir!”

¿Qué le pido a la vida? Que el tiempo que me quede lo pueda seguir llenando y repartiendo con el amor que recibo, y el que buenamente pueda todavía dar, que deseo sea con pasión.

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