El amor supera al dolor

 

Por Luis C. García Correa 

“¡El verdadero y profundo amor supera al dolor!”

El dolor es una manifestación del mal físico o psíquico.

“¡El amor es la cumbre a la que se llega por la honesta participación, y en esa cumbre no hay dolor!”

“¡Hay quien domina el dolor con su amor!”

Amar profundamente domina el dolor, reparte el bien, exalta la bondad y enriquece el alma y el corazón.

“¡El profundo amor supera todo lo que de malo nos rodea!”

Desde niño, y por la educación, se aprende a amar profundamente y amar sin pedir nada a cambio.

Desde niño se aprende a participar honestamente, fundamentado en el amor.

Desde niño se aprende a soñar con la santidad, a luchar y ambicionar ser santo.

Ser santo es la meta de todo ser humano, creyente o no creyente.

Los creyentes tenemos el añadido de la fe, de las creencias religiosas en un Padre Dios, en quien no hay dolor.

¡Padre Dios! Ilumínanos y danos el amor que supere el dolor.

Nuestro Señor Jesucristo Dios dijo “pidan y recibirán”.

“¡El verdadero y profundo amor es dar los sentimientos, las sensaciones y las vivencias de la plena felicidad y de la plena libertad!”

Sin verdadero y profundo amor no hay la vivencia de ayudar, recibir, y repartir la inenarrable dicha de amar apasionadamente.

Amar es la meta del ser humano.

Padre Dios es amor.

Con sincero y profundo amor, se superan todas las malas circunstancias y  todas las malas vivencias, también el dolor.

“¡El superar no significa que no se tenga, solo que se vence!”

Quien ofrece el dolor en beneficio del amor fraternal, del amor apasionado, del amor conyugal, del amor a todos, compensa con creces el mal del dolor.

Amando profundamente, el dolor se convierte en una liberación y en un aporte importante a la felicidad y a la libertad, y llena el alma y el corazón de la dicha del sincero y verdadero amor.

El amor supera al dolor cuando hay verdadero amor, sin pedir nada a cambio, y  todo ordenado por la honesta participación.

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