Refugiados

Por Luis C. García Correa  

He sido emigrante de España e inmigrante en Venezuela.
Nos recibieron con los brazos abiertos.

Una vez más los canarios fuimos a dejar nuestro trabajo, y nuestra cultura a un pueblo que nos necesitaba. Recibimos tanto o más de lo que dimos.

También nos fundimos.

Hoy se habla de libertad y progreso, de que somos cultos y preparados, y hay miseria como nunca.

Ahora les cerramos las puertas a esos pueblos que viven la barbarie de la guerra, orquestada por el llamado mundo libre, ese mundo en el que nos consideramos desarrollados.

Con los adelantos técnicos y recursos disponibles como nunca antes les cerramos las puertas a los necesitados.

¿Quién se plantea pensar por un momento que es uno de ellos, de los necesitados de una vida natural, normal y segura?

Se van a admitir unos números de refugiados, no personas necesitadas. 

Se cuantifica.

Hablamos de solidaridad y de libertad ¿Cuál? ¿Sólo de la nuestra y no de la de los demás?

No acaba ahí este drama. ¿Qué puestos van ahora a ocupar?

¿Les protegemos su libertad y derechos?

¿Hay quien se aprovecha de ellos?

No puedo dormir tranquilo sabiendo las necesidades de personas humanas con valores, con vida familiar, amigos… y que han tenido que emigrar convirtiéndose en parias de la humanidad.

Ahora les limitamos su entrada y ¿en qué los convertimos?

Mi madre me decía. ¡Padre serás, y así como tú hicieres, así te harán!

¿Cuánto vale la vida?

¡Por favor! ¿Hay alguien que sepa el valor de una vida?

Sé lo que sé: que una vida humana es única e irrepetible.

Se vive solo una vez. Respeto esa doctrina religiosa pero no creo en la reencarnación. Creo en la vida eterna.

La unicidad de la vida la hace invalorable.  Y todos las mujeres y hombres somos humanos.

Hasta el más perverso humano tiene una sola vida invalorable.

¿Cómo podemos dormir tranquilos y reír sabiendo que miles de niños y de personas mayores caminan hacia la muerte prematura por falta de ayuda?

¿Por qué no soy ese que está en este momento muriendo por falta de ayuda?

Hay de sobra de todo. Hay quien tiene y no reparte ¿Cómo puede dormir tranquilo y reír?

¿Por qué siguen habiendo miles de refugiados no asilados, no acogidos?

Huyen de la guerra. Mujeres y niños.

La maldad se está apoderando de la humanidad.

¿Quién tiene la culpa de este mal? Todos los que no ayudamos.

¿Cómo hacer comprender esta realidad? No lo sé.

¡Por favor! Ayúdenos a convencer.

La amargura es constante y no la consigo disminuir.

Hay solución ¿Pero por qué no la hacemos?

¡Por favor! Ayudémonos y ayúdenme a buscar la solución. Un fuerte abrazo.

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