Una experiencia pascual


Por: Sergio Naranjo
Llegué a Tamaraceite el Viernes Santo a la hora media, envuelto en una faja a modo de sudario, untado de perfumes y mirras, alimentado con pastillas de las medicinas más fuertes y extremas, a pique de estar unas horas más tarde siendo yo el enterrado, dolorido de estar de pie, agotado de andar derecho. No sirvió el consuelo de algunos conocidos que me encontré y andaba a punto de pedir sitio en los fúnebres tronos dispuestos para la tarde, cuando en esto que el Señor Luciano se me apareció en La Plaza, y no habiendo montaña para proclamar su sermón, que San Gregorio está todo fabricado, procedió allí mismo a proclamar un inédito sermón de las tres palabras, que si no me han garantizado la entrada en el Cielo, por lo menos me han ubicado en una gloria terrenal desconocida desde hace años.
Pronunciados los tres consejos de mi bendición, de los cuales es digo resaltar aquel último que rezaba: “No le hagas caso a los médicos y haz lo que yo te digo”, regresé a mi casa dispuesto a aplicar a rajatabla aquella sabiduría regalada que no me merezco. He caminado un promedio de una hora al día, salga el sol por donde salga, y ya no me duele el cuerpo, ya no llevo fajas, ya no tomo pastillas y mi estilo de vida es más sano y ágil, sin necesidad de ampollas de jalea real ni mieles puras. He aprendido a comer lo que necesito a su hora y ya no necesito comer a todas horas.
Producida la Resurrección, el tiempo pascual ha deparado la pérdida de peso hasta límites mejorables mañana, pero impensables ayer. De llegar el mes de julio y no producirse los horribles dolores de años atrás, o de sobrevenir alguno y ser capaz de superarlos y reducirlos a la mínima expresión posible, puede ser que este año viva felizmente el otoño, mi estación favorita, o al menos de forma soportable. Y haya que exclamar al fin aquella jaculatoria que resultara tan cierta: Señor Luciano, tú no tienes palabras de vida eterna, pero creo en ti porque mi vida es eternamente mejor gracias a tus palabras.

Comentarios

Luciano Santana Cabrera ha dicho que…
Exageraoooo. Muy bueno la retórica. De todas formas me alegro que te haya ido bien, a ver si yo me lo aplico porque el que hace ya casi 2 meses q no hago nada de deporte soy yo. saludos
Anónimo ha dicho que…
Pues...Espero que me lo encuentre yo algún día por ahí porque estoy
¡Fataaaaaal!
Hay veces que vale más un buen consejo individual que ná.
Sergio Naranjo ha dicho que…
Justo cuando enviaba el comentario me llamaron para avisarme de que mi madre estaba ingresada de urgencias en el Negrín. Allá me voy ahora. Espero tener dispensa por no caminar hoy.
Saludos.
Anónimo ha dicho que…
Espero que no haya sido nada importante lo de tu mamá, aunque en cuestión de salud todo es importante.
Tino Toron ha dicho que…
Sergio: Al leer el artículo, he sentido como si a mi me pasara, parece que una mano salvadora rosara como el mismo aire, curandome. Porque en el relato has tenido un don de palabras que haces en realidad un hecho de dolor personal dentro de la Semana Santa.
Un dolor espiritual y carnal que se resuelve con el don natural y de los demas.
Sergio Naranjo ha dicho que…
Muchas gracias, Tino. Yo insisto en ser simplemente agradecido, porque no imaginas qué dos añitos me hizo pasar nuestro querido sistema sanitario, qué cantidades de dinero hube de gastar, inaceptables para un pobre, para que al final un par de frases dichas "sin ánimo de lucro" hubiesen puesto en valor el verdadero motivo de vivir en sociedad: Los demás.

Entradas populares